17 jul 2011

Un modelo electoral posible y... constitucional

No sólo a Rubalcaba  le gusta el sistema electoral alemán. Pero a Rubalcaba le gusta mucho. Piensa que a los alemanes les ha ido bien. Sin embargo que les vaya bien a los alemanes no es razón suficiente para que sea adecuada para nosotros. Incluso es posible que ni siquiera sea una razón.
A mí, no. No me parece que el alemán sea un buen modelo para nosotros.  Lo primero que salta a la vista es su complejidad. Deben haber tenido buenas razones para dotarse de ese sistema electoral. Pero no serían esas razones las mismas que las nuestras y por tanto no adecuado copiar el modelo. Además, y aunque no sea algo insalvable, el modelo alemán no cabe en la actual constitución española.
Hay muchos modelos electorales y cada uno puede concretarse en diferentes leyes. Salvados los mínimos democráticos, un modelo y/o una ley electoral no son buenos o malos  intrínsecamente. Y, sobre todo, ninguno es intrínsecamente perfecto. Todo depende de lo que se persiga.
Nuestra ley electoral se elaboró en un contexto político determinado y para dar respuesta necesidades y reivindicaciones bien conocidas. La ley cumplió razonablemente bien con su cometido.
Esas necesidades siguen plenamente vigentes. Cambiar un modelo electoral por uno que ignorase la estructura territorial, las reivindicaciones regionales y nacionalistas, los condicionamientos políticos e históricos de todo tipo sería una frivolidad intolerable.
 Con todo, hoy es contestada básicamente desde dos formaciones políticas:  UPyD  y la coalición IU. Con un argumento algo falaz, que fue asumido por el movimiento 15-M y  que se podría resumir así: el modelo electoral actual permite que formaciones con más votos ciudadanos tengan menos representación en el parlamento. Es cierto que puede hacérsele ese reproche pero, no es menos cierto que el modelo no persigue sólo establecer una correlación perfecta entre número de votos y representación. ¿Cómo podría conseguirse? Pues… considerando una circunscripción electoral única. Pero esa sería una decisión bastante estúpida porque dejaría sin resolver problemas de mayor enjundia.
Antes de entrar en harina admitamos que el modelo  no ha sido siempre contestado ni siempre ha sido contestado así. Sólo cuando la realidad electoral desmintió a los profetas interesados de la extrema derecha y la patética ambición de Rosa Diez se permitió  UPyD poner en tela de juicio la ley electoral actual. Lo de IU es un caso clínico -¡y no sólo por esta reivindicación!- porque, es ya un clásico que  su exigencia de cambio de la  ley electoral  coincida con el desapego de los electores. Con la misma ley electoral en 1996 obtuvo 21 escaños ; entonces sus lamentos fueron menores. Sus 21 diputados permitía la “pinza”.
 Lo más claro es que a IU le va electoralmente bien  en la medida que al PSOE le vaya mal. Dicho de otra manera, el problema de IU no es el modelo electoral sino que una buena parte de sus electores no votan IU siempre que puedan votar PSOE. Y eso tiene mal arreglo con cualquier ley y con cualquier modelo.
Como puede deducirse,  estoy bastante satisfecho el modelo actual.  Sin embargo si se trata de mejorarlo habrá de dilucidarse entre
a)      Cambios  de la ley electoral que impliquen un cambio constitucional
b)      Unos pocos cambios dentro de las actuales previsiones constitucionales.
La primera alternativa es poco realista. Supone una mayoría, en el Congreso y en el Senado, que sólo se puede alcanzar con el acuerdo de, al menos, los dos grandes partidos. Ese consenso no es posible actualmente. Y si alguna vez lo fuera, la reforma sólo  podría hacerse, pensando cabalmente, si electoralmente no perjudicare a ninguno de los dos. Por cierto, el modelo alemán que propone Rubalcaba  exigiría, sin ninguna duda un cambio constitucional, por cambiar la circunscripción electoral y por pasar de un sistema proporcional a uno mayoritario ¡Largo me lo fiáis!
Un cambio dentro de las actuales previsiones constitucionales podría dar respuesta a las (supuestas) demandas ciudadanas. Esas demandas se resumen en, primero,  “afinar más la proporcionalidad de los votos totales de las formaciones políticas a su real representación” y, en segundo lugar, incrementar más la dependencia electoral  de los candidatos acercándola a los electores y, en esa medida, arrebatar poder electoral a las cúpulas de los partidos.
Una reforma electoral así debería afectar: a) Al número total  de  diputados y  b) A la forma de las listas, y c) A la barrera porcentual mínima para obtener representación.

Empezando por la última, los datos demuestran que el disminuir la barrera del 3% actual tendría poco efecto en los resultados electorales. Solo las circunscripciones más pobladas verían alterada la representación por esta norma. Con los datos de 2008 sólo las representaciones de Madrid y Barcelona se verían afectadas, y  no siempre en beneficio de quienes reivindican el cambio de la barrera.

Es perfectamente posible incrementar el número de diputados desde los 350 actuales hasta los 400 y  dividirlos en dos grupos:
A)     adjudicar 370 diputados por el sistema actual. El aumento de 350 a 370 diputados que se adjudicarían dentro de las circunscripciones actuales, debería disminuir la sobrerrepresentación actual de las provincias poco pobladas. Serían, por así decirlo, una forma de favorecer a las personas frente a las hectáreas.
B)      Los 30 escaños se adjudicaría  en un colegio único estatal que recogiera los “restos” de cada lista y de cada provincia. La asignación se haría por el sistema proporcional puro. Este “novedad” debería favorecer a las formaciones “medianas” y “pequeñas” como IU y UPyD.

Las listas provinciales podrían a ser listas cerradas pero no bloqueadas.  Para facilitar el recuento (que en cualquier caso resultaría tedioso) el elector debería tachar uno o más nombres. Esta posibilidad daría ocasión a que los electores pudieran  valorar los méritos (o deméritos, más bien) de los candidatos.
La reforma del Senado -¡o su eliminación como se propone desde ciertos ámbitos!-  implica sin duda una reforma constitucional de calado. No sería realista arrostrarla ahora. 

11 jul 2011

Rubalcaba: Lealtad y discrepancia

El sábado Rubalcaba fue proclamado candidato del PSOE a la presidencia del gobierno a partir de las próximas elecciones.  Su discurso, en el acto de proclamación del Palacio de Congresos, me enganchó  desde el principio. Y, aunque estaba sólo, arrancó mi aplauso en más de una ocasión. Tenía delante de mí, después de mucho tiempo, la  imagen de un candidato con un discurso coherente  y comprometido con valores profundamente democráticos.
Rubalcaba no habló del PP. Salvo chispas de sal sólo mencionó a Rajoy y al PP para establecer el mínimo común denominador que permiten y obligan las formas democráticas. Tuvo, en ese sentido, el buen gusto de no gritar ni soltar alaridos, de no reforzar sus convicciones con gestos estudiados, de no acudir a lugares comunes y de no tomarme por imbécil. No disimuló sus dudas ni su confusión.  Se empeñó en explicar y, en el camino,  no negó que las cosas complicadas no tienen explicaciones sencillas.
Hoy he recibido una carta en la que pide mi colaboración porque no está escrito y decidido en futuro  y desde luego porque no vamos a aceptar que el resultado de esta crisis sea una sociedad más injusta, insolidaria y excluyente.
Me gusta que el candidato considere que  necesita a los militantes. A todos los militantes. Que  precisa de todo el PSOE, sin segregaciones de nuevas vías y viejas guardias. Que, como yo,  echa de menos un partido que sea algo más que una agencia de publicidad  y una caja de resonancia de ocurrencias más o menos afortunadas. Valoro en lo que vale que el candidato considere de nuevo  que el PSOE es una organización donde se puede hablar, discutir, acordar y discrepar. Aprecio en lo que vale que crea, como yo también, que es el marco donde quizá se pueda  destilar la voluntad colectiva y mayoritaria de la izquierda en este país. Me admira que conozca los referentes históricos e ideológicos, que distinga entre estrategia y táctica y que los programas sean algo esencial en su candidatura y no un engorroso y anticuado trámite.
Me enorgullece -¡he tratado de buscar otro verbo, pero… éste es el que mejor describe mi ánimo!- que en su discurso haya habido proyectos políticos, propuestas de debate,  voluntad de integración y ausencia de dogmatismo.
Con anterioridad ya ocurría, pero desde el sábado los argumentos  ad hóminem se han redoblado desde la derecha y la ultraderecha. Pero también desde la pretendida única izquierda. Y otra vez, las descalificaciones  han resultado sospechosamente coincidentes. Son muchas y  muchas de ellas estúpidas.
La más necia es la que se resume más o menos así: “todo eso está muy bien pero… cómo es que eso no lo dijo antes o no lo hace desde ahora mismo”. Como digo  es bastante estúpido pretender mantener este “argumento” como prueba de incoherencia. La razón, querido Cayo Lara,  es fácil de entender.
Rubalcaba  no es ZP. Zapatero es el presidente del gobierno y Rubalcaba es un ministro nombrado  para desarrollar una política dirigida e inspirada por ZP. Rubalcaba es un ministro  leal. Pero  la lealtad es perfectamente compatible con la discrepancia.
No todo lo que dijo me gustó. Incluso dijo cosas con las que no estoy en absoluto de acuerdo. Me dispongo a escribirlo aquí. Y así contribuir modestamente a la tarea que Rubalcaba tiene por delante.

Nota. Una de las cosas que no me gusta  es la propuesta de modelo electoral A  Rubalcaba le gusta mucho el alemán.


3 jul 2011

¡No se corte... el insulto ya se lo han cobrado!

Bankia decidió salir a bolsa ahora. Lo peor que hubiera podido pasar es que no se cubriera la oferta. Fuentes del banco indican que a día de hoy ya se ha colocado el 40% del tramo minorista e institucional. Es una buena noticia para el banco y para el país.
Sin embargo no es todo harina. La mohína está provoca por la  cartera de préstamos inmobiliarios de la entidad. Sí, esos 38.000 millones de euros que todavía conserva Bankia, (el banco bueno)  después de haberse liberado de los activos más tóxicos en la BFA (el banco malo). Al parecer un 17% de esos activos han comenzado a dar problemas.
Esa mohína aconsejó iniciar la cotización con un 54% de descuento sobre su valor en libros. Es una forma como otra de hacer frente a los temores que pudieran albergar los inversores o, dicho de otro modo, es la forma que tiene Bankia de reconocer que sus activos están un poquito perjudicados.
No es extraño. Bankia surge de la fusión de entidades, esencialmente Caja Madrid y Bancaja,  que estaban pésimamente gestionadas. Ciertamente unas más pésimamente que otras, porque lo de Bancaja sólo lo podía superar la CAM
La dirección actual de la cosa llamada Bankia  está encargada esencialmente a Rato, Olivas y Verdú. Tres ex políticos  que son –ahora-  enemigos acérrimos de la interferencia de la política en las Cajas.
Uno de ellos ha sido ministro de economía. Un discutido ministro de economía de Aznar. No acierto a entender por qué se discuten los méritos del ministro Rato después de haber sentado las bases de una crisis  inmobiliaria y financiera  de dimensiones monstruosas  y, además, fue un lamentable director del FMI que salió de najas un minuto antes de que lo echaran a patadas. Hasta ahora, nunca había sido gestor de banca. Afortunadamente.
El otro fue presidente de la Generalitat Valenciana y aprovechó su “interinidad” para colocarse en Bancaja y hacer gala inmediatamente de ser un lince de dimensiones regulares.
Todo ello no es óbice para que estos tres se hayan colocado un modesto sueldazo como éste   además de otras regalías. Como todo esto habrá que pagarlo ya han empezado a cambiar las condiciones de las tarjetas, las cuentas, los apuntes, los recibos domiciliados…
¿Estos tipos se merecen lo que ganan?  La pregunta produce melancólica resignación. Quizá se lo merezcan. Pero nosotros lo merecemos más, salvo  hagamos dos cosas:
Una,  que mañana nos vayamos a una oficina de Bankia y nos llevemos nuestro dinero otra parte.
Dos,  que mascullemos un insulto;  cuanto más grosero y sonoro mejor. Aunque debe saber que Rato,  Olivas y Verdú ya lo tienen descontado. Les va en el sueldo, pero… un poco siempre jode