5 jul 2016

Abstenerse: según y cómo


Tras el 26 J, el foco político está puesto en la formación del nuevo gobierno. Y otra vez, como ya había ocurrido en la campaña electoral, el Partido Socialista acapara el interés mediático. Si entonces se le exigía responsabilidades, dando por hecho el inminente “sorpasso” de Podemos, ahora se le interroga acerca del sentido del voto que adoptarán los diputados socialistas en la sesión de investidura del candidato Rajoy. En cada entrevista, debate y tertulia se pontifica y aconseja sobre lo que deben y no deben hacer. O se amenaza al PSOE, una vez más, con una futura irrelevancia electoral fruto de las consabidas divisiones internas. Yo no prestaría demasiada atención a estos futurólogos movidos, las más de las veces, por intereses muy evidentes.

A mi juicio, hace bien la dirección federal en mantener que ahora “es el tiempo de Rajoy”, que “en esta segunda oportunidad -que graciosamente le brindó la izquierda pueril- hay suficientes votos afines al PP como para conformar una mayoría suficiente, y que el PSOE “no votará a favor ni se abstendrá en la sesión de investidura. Sería estúpida una posición distinta.
Pero también sería estúpido no prever otros escenarios posibles. Y alguno de ellos es, además de posible, muy posible: que el PSOE tenga que decidir finalmente si hay gobierno o por el contrario lleva a este país a unas terceras elecciones.

El PSOE ha empeorado los malos resultados de las últimas citas electorales. Y eso tiene consecuencias. La primera es que la distancia de 52 escaños con el PP hace prácticamente imposible intentar una alternativa creíble. Qué digo creíble, siquiera posible: un gobierno alternativo al que pueda formar el PP consistiría en una miscelánea de composición tal que, por abigarrada, es sencillamente inviable. Una alternativa con el germen de la discordia en su seno y que sólo beneficiaría a los que basarían su acción política en ser “la alternativa a la alternativa”: un carajal, vamos.

¿Qué tiene que ganar el PSOE en unas terceras elecciones? ¿A qué poner en riesgo lo que todavía no le han quitado? No es ésta una una posición conservadora. Antes al contrario, es una posición inteligente. Hoy el PSOE es el primer partido de la oposición y el único del que depende el gobierno y la gobernabilidad del país en los próximos años. Dicho de otro modo: habrá gobierno si quiere el PSOE y además, previsiblemente, durará el tiempo que el PSOE quiera.

Ese “tiempo muerto” lo precisa la organización para, como dice Edu Madina, volver a ser no sólo el partido mas importante de la izquierda española sino el partido mas importante de España. Precisa ese tiempo para ser la alternativa necesaria e indiscutible de gobierno. La tarea es ciclópea y pasa por un rearme moral e ideológico que se concrete en el programa político que ponga en pie el estado de bienestar del siglo XXI y que se convierta en el eje vertebrador de un país irreversiblemente diverso. 

Y pasa, también, por la consolidación del liderazgo de Sánchez o, preferiblemente, de otra persona menos discutida y vulnerable. Y todo ello ha de hacerse, en lo inmediato, ejerciendo una oposición parlamentaria que contribuya al doble propósito de dar credibilidad al proyecto político y desmontar las políticas más retardatárias del PP. Hay que hacerlo sin saltos en el vacío ni provisionalidades. Habrá tiempo de hablar de ello, porque no está demás recordar que hay un Congreso Ordinario pendiente, a celebrar en el próximo otoño y que puede permitir los cambios necesarios sin noches de cuchillos largos o inútiles ajustes de cuentas.

Esta vez no hay espantá posible. El PP está obligado a formar gobierno con sus afines y los nacionalistas. Y puede hacerlo a poco que rasque el bolsillo del Estado. No será barato viniendo de una mayoría absoluta, pero es posible: Los nacionalistas siempre tiene un precio.

¿Y si Rajoy fracasa en su investidura? Pues entonces la decisión corresponde al PSOE, a su Comité Federal y, tal vez, a sus bases y sus electores.
Yo intervendré en ese debate. Como seguramente se deduce de lo dicho hasta ahora, seré partidario de que el Grupo Socialista en el Congreso se abstenga en la segunda sesión de investidura. Esa abstención ha de darse bajo ciertas condiciones pactadas y firmadas. Pero, al fin, será una abstención.

Enseguida voy con las condiciones. Antes, las consecuencias. La más inmediata será que,
probablemente, los demás partidos retiren el apoyo al PP y que, consecuentemente, el PSOE se quedará solo en ese “apoyo pasivo”. Sé lo que significa para los militantes socialistas esa posición y lo duro y difícil que será para las bases entenderla. Sé que conlleva una inicial sangría de apoyo electoral que las encuestas recogerán inmediatamente. Y lo sé porque sé lo duro que es para mi escribirlo y lo duro que será mantenerlo delante de militantes con los que convivo desde hace 40 años; más de la mitad de mi vida. Lo sé, pero...aun así.

Vayamos con las condiciones. El PSOE, en contra de lo que se cree, no nació para ganar elecciones. Nació para cambiar la vida de la gente, para combatir la desigualdad y ensanchar las libertades. La crisis económica y las medidas para combatirla han llevado a amplios sectores de la población a la marginalidad. No somos completamente ajenos a esas medidas. Hubiera sido mas eficaz cambiarlas desde el gobierno. Y pudo ser posible. Ahora ya no. Nos han colocado en la oposición y con esos bueyes habremos de arar.

En los próximos meses habrá de fijarse “el techo de gastos” y elaborar el proyecto de presupuestos 2017. Pues bien, la investidura de un presidente del PP pasa por acordar y firmar

A) Ampliar el techo de gastos
B) Elaborar unos presupuestos que el PSOE pueda apoyar porque
       a) Contemple un Plan de Lucha contra la Pobreza Infantil
       b) Protección al desempleo de cuantía variable hasta la jubilación para mayores de 52 años
       c) Impuesto umbral del 15% a beneficios empresariales
       d) Nuevo impuesto para financiar pensiones en cuantía suficiente para equilibrarlas
       e) Impuesto conjunto de IRPF y Patrimonio para grandes fortunas
C) Modificación inmediata de la Reforma Laboral para
       a) Establecer tres únicos tipos de contratos: Indefinido, temporal y de formación.
      b) Recuperar el protagonismo exclusivo de la negociación colectiva

Y a partir de enero de 2017 : Sres. que dios reparta suerte porque se gobierna desde el Parlamento.