4 ene 2012

Lynn Margulis, in memoriam


He estado estúpidamente ocupado. O, al menos, eso me pareció. Y he sido doblemente estúpido  por creer que podía esperar hasta  ahora  mi modesto adiós a  Lynn Margulis.
Ha fallecido a los 73 años  una de las figuras más importantes  de la ciencia contemporánea, una mujer  (no me perdonaría que no resaltara el género)   que contribuyó a desvelar  un salto evolutivo trascendental para la vida en este planeta: la aparición de células eucariotas gracias a la  cooperación y las relaciones simbióticas de entidades simples.  Acabó, así y de forma definitiva,  con una visión estereotipada y falsa del hecho evolutivo como  resultado únicamente  de la pugna desigual entre débiles y fuertes, de la consecuencia de una naturaleza despiadada de sangre en dientes y garras.
A los  16 años  se matriculó en la Universidad de Chicago  donde se licenció,  cuatro años más tarde, adquiriendo según ella misma dijo   un título, un marido  fugaz, el astrofísico Carl Sagan, con el que tuvo un hijo y un brillante colaborador,  y, sobre todo  el  escepticismo crítico.  Tempranamente se instaló en la incomodidad  de criticar y dudar de todo, algo que tampoco hubiera incomodado a K. Marx pero que resulta excesivamente audaz para muchos marxistas.
Fue brillante y polémica, con una especial habilidad  para  provocar y sacar de quicio a  sus colegas, genetistas, ecólogos, neodarwinistas, químicos y en fin, a todos los que trataban sobre lo vivo y su origen. Apoyó decididamente la idea de Gaia de J.  Lovelock que algunos “puros” calificaron de mística.
Miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos  y de la Academia Rusa de las Ciencias. Doctora honoris causa por numerosas universidades y, afortunadamente,  también por las  Autónomas de Madrid y Barcelona, por la de Vigo y Valencia.  Visitó numerosas veces este país, donde desarrolló una intensa labor científica y docente, no en balde conocía el español a la perfección.


 Lynn Margulis es  un espejo  enorme donde los  jóvenes investigadores pueden verse de cuerpo entero. De ella aprenderán, además de la tenacidad y la audacia especulativa, que los dogmas quizá funcionen en las religiones, pero no tienen sitio en la ciencia. 

1 comentario:

Lectora corrent dijo...

Un detalle complementario: con Carl Sagan, tuvo dos hijos: Dorion y Jeremy. Suena más el nombre de Dorion, porque es coautor de libros de divulgación con su madre, pero no hay que olvidar a Jeremy. Además, de su segundo marido tuvo a Jennifer y Zac Margulis. En total, cuatro.