26 sept 2012

¿El expolio es propaganda?


Ahora que se ha despejado el calendario electoral de Cataluña y se ha centrado los comicios en la  autodeterminación, nos  queda por delante un proceso largo.  Seguramente se  debía haber abordado antes.  Sin embargo, la demora no lo ha disipado como quizá  algunos pretendían. Antes al contrario, el tiempo lo ha convertido en más apasionante si cabe . Y también   ha decantado  el debate hasta el punto de hacer pasar por ciertas datos y premisas discutibles. En beneficio de todos,  cabe discutirlas y aclararlas.
Una de esas dudosas verdades es el traído y llevado "déficit fiscal" que la pasión política llama "expolio" y la propaganda resume en la simpleza de que "España está robando a Cataluña".  Si la cosa fuera así, y si fuera indiscutible, uno saldría a las calles de Madrid para gritar "dejad-de-robar-a-Cataluña"  con una estalada como escudo ante las porras de la delegada Cifuentes.
Creo que no es así. Ya puedo sentir la ira de algunos  catalanistas y de todos los independentistas ¡Cómo que no es así!  Pues, repito, creo que no es así. Trataré de explicarme.
En primer lugar, la fiscalidad no agota las relaciones económicas entre Cataluña y (el resto de) España. Si se puede hablar,  con algún sentido de déficit fiscal o mejor de balance fiscal, también hay que valorar el balance comercial, industrial e impositivo.  Todos ellos íntimamente relacionados .  No se puede dejar de valorar también  que el resto de España supone más de la mitad del mercado "exterior" de Cataluña . Quizá el bosque fuera algo más que la suma de los árboles. Quizá las cuentas, así echadas,  fueran algo distintas.
Pero limitándonos al balance fiscal, las cosas tampoco pueden manejarse con la simpleza  de la que se hace gala apelando a la ingenuidad de los ciudadanos. 
Los impuestos no los paga Cataluña. Los impuestos  los pagan los ciudadanos de Cataluña y las empresas que residen en Cataluña. Parece lo mismo pero no lo es.  Y, claro, es parece lógico que donde haya más riqueza y donde más volumen empresarial haya más impuestos se pagan. Si en Cataluña la renta por habitante es mayor, el gasto medio es mayor y un mayor número de empresas  se benefician del mercado interior es lógico y matemáticamente  consecuente  que la contribución de los catalanes y de las empresas radicadas en Cataluña sea mayor. Así se entiende que el balance fiscal  sea negativo para Cataluña
Y además así debe ser. El viejo axioma de quien más tiene más contribuye no puede repugnar al sentido común , lo contrario sí.  
Se puede decir que en Cataluña, los contribuyentes  pagan demasiado.  Eso perfectamente medible si los criterios para medirlo están claros. Y los criterios se pueden discutir, pero la ley de financiación que los establece-¡ muy mejorable, por cierto!-   es igual para todas las comunidades.  Para que unos ciudadanos (los que más lo precisen) reciban más,  otros ( los que más pueden) deben aportar más. Ese es el secreto.
El "expolio" es propaganda. 

21 sept 2012

Independencia y Federalismo.


Por más que prejuicios interesados lo nieguen, ZP hizo cosas bien. Una de ellas fue acabar con la descabellada política de Aznar en lo relativo al País Vasco.  La violencia latente que subsistía en sus primeros años de gobierno amainó con y tras  su paso por la Moncloa. Al fin la política adecuada  no era negar la realidad.  Antes al contrario, el presidente Zapatero  y su grupo parlamentario dieron  marchamo de normalidad a la normalidad constitucional. El democrático rechazo al Plan  Ibarretxe  en el Congreso, el gobierno socialista  de Patxi López  y  el acoso policial y político a ETA  hicieron el resto.
Las tensiones territoriales no acabaron entonces, pero entraron en cauces  políticos y sólo políticos. Y ahora la tensión renace en Cataluña. No vale decir que renace al amparo de la crisis económica. Aunque es posible que alguna relación haya. 
El independentismo es una posición política. Quienes la mantienen son personas respetables  per se, pero también porque no hay otra alternativa inteligente y razonable que  el respeto. La descalificación gratuita y el insulto sólo hacen más atractivos los banderines irracionales de enganche a una idea; incluso a una idea poco plausible. Es un hecho constatable que siempre que el estado lo gobierna la derecha con las manos libres crea esos banderines de enganche y   vuelven a la primera línea las cuestiones identitarias (¡horrible palabro!)
Cataluña es una realidad nacional; estoy seguro. La avalan  razones históricas, culturales, económicas , lingüísticas y de otros tipos. Y de todos los tipos a la vez. Nadie como Cataluña tiene otras razones  además, menos  profundas e importantes, quizá,  pero más inmediatas: las pueriles campañas que,  a costa de Cataluña y los catalanes,  la ultraderecha política, sociológica y mediática han destinado a sus hoolligans. Las falsedades difundidas  contra su economía, contra su cultura y su lengua,  sus formas de organización, sus dirigentes y contra sus líderes sociales han actuado como la lluvia fina en campos ya abonados.
 La enorme manifestación habida en Barcelona  en defensa de la independencia es un hecho que nadie pude negar ni convertirlo en algarabía. Ni puede ser ignorado  colocándose de perfil o calificándolo interesadamente. El hecho ha dado definitivamente  marchamo de alternativa. La independencia es una alternativa para Cataluña. También estoy razonablemente seguro.  
La cuestión es decidir si es la mejor alternativa  o, por el contrario,  existen otras mejores y posibles. A decir de las agencias de demoscopia, la sociedad catalana se divide en dos mitades cuando se les pregunta por la independencia. Es sólo  un dato. Pero no se puede  ocultar ni  soslayar, es una realidad  a la que hay que dar respuesta. Quizá no sea solución ni se trata de dar satisfacción a una mitad a costa de la otra mitad. Se trata de resolver un problema político y real para, al menos,  unos cuantos años.  O para siempre
Volvamos por un momento a la rabiosa actualidad. El M.H.  President  Mas ha tratado de sacar ventaja de la situación. Utilizó la manifestación como argumento frente al más  que posible NO a su pretendido pacto fiscal. Y cuando se consumó,  utilizó la negativa para disfrazar su escaso acierto gubernamental  y darse una salida a base de elecciones. Mas se ha buscado un problema muy serio: deja a Convergencia sin alternativa para la campaña electoral: proponer la independencia sí o sí.
 Y la independencia tiene dificultades; y algunas, a Mas, le parecerán insuperables ¡Cómo se ha podido meter en ese lío de forma tan gratuita!
Hoy y aquí, la independencia   no es una alternativa cómoda. Pero obliga a todos los demás  a dar respuesta a la cuestión catalana.  La derecha y en particular el PP  ha apelado a la constitución como freno a las pretensiones independentistas.  Me parece  un error. No se puede, en buena lógica, responder con argumentos de coherencia constitucional a quien pretende cambiar la Constitución.  Quiero decir que no se puede driblar la cuestión  a cuenta de  la actual  imposibilidad constitucional de someter a consulta de los catalanes la existencia de un estado catalán. Pero el debate  ahora es preguntarse si merece la pena cambiar la Constitución para permitir esa consulta. El PP, aliado parlamentario de Mas,  tiene sólo una respuesta legal.  No tiene respuesta política. En resumen,  el PP no tiene respuesta.
¿Y el PSOE? Pues... ya se verá.  Rubalcaba economiza ladinamente  su respuesta.  Ha adelantado que "la palabra federal no le resulta extraña ni molesta".  El Primer Secretario del PSOE parece dibujar un camino largo sin duda,  pero también ancho y despejado que constituye una verdadera alternativa: el federalismo. Nada nuevo;  al final es la vieja alternativa del socialismo español. Y sobre todo, la alternativa del PSC. La alternativa  de un partido catalanista, con base laborista y amplio apoyo en las clases medias.
Dar encaje a Cataluña en una España Federal es una alternativa real y quizá aventajada al independentismo.  Es una alternativa a la que el nacionalismo catalán, vasco y gallego  podrían agarrarse.
Pero no es  algo inmediato. Salvado el denominador común de los derechos fundamentales, sólo se puede preconizar  un federalismo asimétrico y dinámico  en el que las nacionalidades encuentren su forma de ser parte del Estado Federal.
El federalismo y el federalismo asimétrico requiere de cambios constitucionales muy profundos. Pero no hay que inventar nada ,  sólo hay que mirar alrededor y aplicarse el cuento.
Yo -¡y sólo por comprometerme!-  soy de los que cree que resolver un problema exige un cambio constitucional ese cambio debe producirse.  Aunque sea a costa de un largo tiempo de cambios.