EL PAÍS cumple hoy treinta años. ¡Sus primeros treinta años!
La exclamación me parece una justa inyección de optimismo para el diario, que no parece necesitarla y… ¡no se sabe si para mí también, que aspiro a ver los segundos!
Aunque no juzgo inútil mi felicitación es, sin duda, intrascendente.
Por eso prefiero recordar a W. A. Mozart. También él está en alguna medida de “cumpleaños”.
¡250 años del nacimiento de Mozart! No debo felicitarle (me) por el hecho mismo, tan sanguinolento y agotador. Nacer está al alcance de todos los mortales y no es un hecho donde el protagonista tenga un papel muy lucido.
Tampoco su muerte - aunque paradójica porque siempre le tuve por “inmortal”- me intriga en demasía; si bien no deja de admirarme el notable destino que sus anónimos contemporáneos dieron a los sus, ya para siempre, restos.
Son los treinta y tantos años de su vida los que devienen incompresibles. Y por los que me felicito ¡Y siguen creciendo!
Hoy mismo le he reconocido en una canción de Beatles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario