11 feb 2011

Sortu como oportunidad


Normalizar es conseguir que acaten las normas los que no lo hacen.
Batasuna (Sortu) ha presentado unos estatutos. Ha rechazado la violencia y -citan textualmente- “la violenta de ETA…”.
Quienes presumimos de tener la cabeza sobre los hombros nos cabe una pregunta ¿integramos a esta Batasuna en el sistema?

Los frikis de extrema derecha y su TDT Party ya sabemos lo que dirán. Su opinión importa, pero como es inmutable y refractaria a cualquier razonamiento lógico, importa poco.
¿Qué dicen los demás?. Una buena parte del país responde: no. ¿Y por qué no? Porque se identifica a Batasuna con ETA. Y ahora, que la pintan calva, aspiran a lo que parece algo al alcance de la mano: la rendición incondicional de la banda de bandarras.
Su respuesta es lógica tras tanto sufrimiento y compasión. ¿Quién puede reprochárselo?
Sin embargo deberíamos tentarnos la ropa, repensar lo que decimos y resolver un dilema que me aparece ineludible: ¿Es indiferente la forma de acabar con todo esto o bien la forma de normalizar el País Vasco se prolongará más allá de la desaparición de ETA?
Dicho de otro modo: ¿Nos conformamos con una normalización burocrática o aspiramos a que los vascos -¡todos los vascos!- asuman como propia la cultura política y la normalidad de la España democrática?
El atentado de Barajas fue doloroso y sorprendente. Y, sobre todo, fue una torpeza infinita. Demostró que los “pensadores y líderes” de ETA estaban en la trena y quienes entonces dirigían la banda eran un grupo de descerebrados y patanes. La sentencia del Tribunal Europeo Derechos Humanos y su nihil obstat sobre la Ley de Partidos acabó con todas las esperanzas de la izquierda aberzale a mantener una mínima parte del cierto respeto internacional del que había gozado. El llamado, en palabras de Aznar, “movimiento de liberación vasco” fue criminalizado en su totalidad. Sin distinguir tirios de troyanos. Sin distinguir electores de elegibles. Para el gobierno resultó fácil cercar a ETA y ahogarla en su impotencia.
¿Que hacer ahora? Lógico sería continuar la estrategia, asumir los postulados del sector intransigente y mucho más que intransigente del españolismo y olé. Asumir, por ejemplo, que Sortu está cumpliendo la ley -¡como si fuera nimiedad!- sólo y simplemente para entrar en la carrera electoral, y con esos no basta.
Pero suponiendo -¡y es mucho suponer!- que sólo estuviera en sus manos, ¿debería el gobierno permitir la presencia de Sortu en estas elecciones? ¿Qué pasaría si, finalmente, no pueden presentarse? En el plazo inmediato, un cabreo importante por parte de los abertzales Sin embargo la banda está tan débil que no podría romper la tregua que se han decretado a sí mismos. Si Sortu concursa en las elecciones será el españolismo quien se cabree.
Es arriesgado decirlo, pero si participan, sin condiciones previas o posteriores, y la presión policial sobre ETA continúa de la misma manera, Sortu tendrá la oportunidad de construir un discurso que se desmarcará cada vez más de las redes de la organización permitiendo la representación política de miles de vasco.
Creo que ha llegado el momento de dar un paso adelante y acabar definitivamente con ETA de una forma nada paradójica: permitiendo que la base electoral batasuna se haga adulta definitivamente.

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