3 oct 2011

Hablar después de escuchar

Vuelvo al teclado. A lo largo de dos meses he estado alejado por causas (casi) ajenas a mi voluntad. Pero dudo de que, en estos meses de agosto y septiembre, hubiera tenido ánimo para enfrascarme en escribir sobre algo. Ha sido un tiempo de desorientación, de lógica insensata, de mercados, de primas de riesgo para arriba y para abajo, de recortes, de la Juventud del Papa interpretando su sempiterno “amoaalaura”,  de descarado ataque a las bases del estado social, de recortes, de tanto tertuliano chorra opinando (?) sobre interinos sin saber qué es eso, de…
Trato de regresar con naturalidad, sin mirar atrás. Aunque mirar al frente sin ira no me sea posible siempre.
Vuelvo, con un tema menor. O no
Hoy Iñaki Gabilondo nos ha exhortado desde su púlpito contra la política de letras minúsculas. Ha reprochado a los socialistas que en su  reciente conferencia hubieran optado por la política  ordinaria, por la política de letras minúsculas, de los días de labor. Les reprochó que se anduvieran por las ramas, rebañando mil millones del incremento de impuestos en alcohol y tabaco. Eso son migajas comparadas con el fraude de 30.000 millones de euros de la economía sumergida. ¿De dónde saca Gabilondo el dato? Al parecer de una intervención en la Cadena Ser del  secretario general del sindicato de técnicos del Ministerio de Hacienda en la que habla de una “mano tonta” que no llega a concretar. No cabe duda que la tontería de la mano es contagiosa porque los técnicos de ministerio tienen entre sus obligaciones la lucha contra el fraude y la evasión fiscal, y no es creíble que se ordene por la mano tonta no reprimir el fraude fiscal.
Por otra parte,  me pareció que la  intervención Gabilondo se contradecía gravemente con el del 30 de septiembre en que pedía precisión. Pero  cabe que yo esté equivocado y que Gabilondo hable de otras cosas.
De lo que no me cabe duda es que Gabilondo no estuvo en la Conferencia del PSOE y…,¡digo más!, no se preocupó de lo que allí se dijo.
 Modestamente quiero reproducirle una parte de discurso de A.P.Rubalcaba (el discurso completo aquí)
… Tenemos que hablar de fraude, que lo hay, mucho gran fraude en nuestro país, fraude fiscal, gran fraude fiscal. Tenemos que decirles a los españoles que uno de los mayores adversarios del estado de bienestar es el gran fraude fiscal, la gente que evade impuestos, que lo lleva a Suiza, Luxemburgo, a los paraísos fiscales. Tenemos que coordinar a quienes luchan contra el fraude fiscal, desde la Seguridad Social, desde Hacienda, desde la Policía, desde la Guardia Civil. Tenemos que crear una gran agencia para luchar contra el fraude, eso es lo que vamos a hacer. Y cambiar las leyes, si hay que cambiarlas, las cambiaremos. Decía José Luis el otro día, y es verdad, que yo había recortado los delitos. Me comprometí con los españoles, cuando me nombró Ministro del Interior, a que lucharía contra el crimen y bajaría los delitos y las faltas. Así lo he hecho. Pues hoy aquí me comprometo a luchar contra el gran fraude fiscal, a acorralarlo, y a terminar con él en la próxima legislatura. Supondrá más ingresos para el Estado.
Ya sé  que es un atrevimiento por mi parte  y que a  Gabilondo  no le importará, pero le diré que, a mí lo que me interesa de verdad es la política ordinaria. Y si aprecio el discurso de Rubalcaba es por su esfuerzo en decir lo que hará (y lo que no hará) con la sanidad,  con  la educación públicas y su determinación por  asegurar  la protección social.
Esas son las cosas de política con minúsculas que tanto me interesan. A mí y a la derecha.
Pero por razones distintas

1 comentario:

Anónimo dijo...

"Tenemos que coordinar a quienes luchan contra el fraude fiscal, desde la Seguridad Social, desde Hacienda, desde la Policía, desde la Guardia Civil. Tenemos que crear una gran agencia para luchar contra el fraude, eso es lo que vamos a hacer. Y cambiar las leyes, si hay que cambiarlas, las cambiaremos".

A estas alturas del curso resulta poco creíble, que con el organigrama actual del partido, se pueda abordar una empresa tan complicada.

Me gustaría poder creer, pero estaría convirtiendo la política en un acto de fe y lamentablemente soy de los que piensa que por sus actos les conoceréis.

No tengo ni idea de lo que pasará en los próximos cuatro años, pero estoy seguro que estos señores no se han ganado mi confianza.