La misma noche electoral se dieron las primeras escaramuzas
para dirimir el inmediato futuro del PSOE. Una prueba palpable fue la unánime
soledad con la que Rubalcaba arrostró la derrota. Es posible que él mismo haya
insistido para que le dejaran solo, con unos cuantos militantes, frente a un país
que había decidido negarle la oportunidad de dirigirlo.
El día siguiente estuvo marcado por un poquito de infamia. La presencia ante los medios del
Secretario General de La C.E.F. rozó, literalmente, la deslealtad. No quiero
hablar mal de alguien que está en retirada. Una retirada dramáticamente lenta y que ha comportado una enorme sangría electoral. Insisto, no
quiero hablar mal de alguien así; y, sobre todo, no quiero hablar mal ahora. Pero no puedo hablar bien,… ni quiero. Y,
tampoco, dejar de decir lo dicho.
La amplia derrota de los socialistas tendrá sin duda
consecuencias. Dejemos de lado las que tendrá para el país, que es materia muy
opinable; y si sumamos la opacidad del programa del PP, la cosa puede acabar en un trabajo para
oráculos. Las consecuencias que tendrán para el propio PSOE han comenzado a aflorar.
La primera secuela de tal derrota son las prisas.
Prisas
La convocatoria de “congreso
ordinario” que el Comité Federal hará
este próximo sábado parece más el resultado
de la necesidad de hacer algo que de
la urgencia de hacer algo inteligente.
No andan los socialistas sobrados de
nada. Salvo de tiempo.
Las elecciones de Andalucía las tienen perdidas y, consecuentemente, tienen
dos legislaturas para aspirar, con
fundamento, al gobierno. Por lo menos, dos. Tienen, por consiguiente, mucho tiempo
para pensar qué deben hacer para ganar unas elecciones. Y, sobre todo, tiene
mucho tiempo para aclararnos y aclararse
para qué quieren ganar las elecciones.
Los que ahora han hablado han sido muchos. Y, desde luego,
han hablado todos los que pretenden ser algo aunque nunca pretendan ser
alguien. Lo más recurrido: “que haya un debate abierto”, “que hablen los
militantes” “es necesario crear un proyecto ilusionante”, “es necesario un
proceso de primarias” “que voten los simpatizantes”… No voy a sucumbir a la tentación de traducir al lenguaje llano lo que tales cosas significan.
¡Cómo no estar de acuerdo en que han de ser los militantes
quienes elijan!Pero, si de lo que se trata es de elegir como siempre, se elegirá lo de siempre. Y lo
peor, con las consecuencias de siempre; esas que conocen tan bien los afiliados y el electorado
socialista de estos pagos.
¿Cuántos y quiénes?
Una cuestión, no menor, a resolver con carácter previo es
delimitar quiénes y cuántos son los militantes y qué es realmente lo que se espera de ellos Nada digo de los simpatizantes porque meterse, precipitadamente,
en jaleos de quién es y quién no, y cómo se concreta su
participación, es añadir más problemas donde, precisamente, no faltan
Volvamos a los militantes: no es una cuestión
baladí. Las direcciones federales de las
que ZP fue Secretario General y José Blanco Secretario de Organización -de facto o de jure- mostraron notables “habilidades” para acabar con la cultura
organizacional que habían cimentado Guerra y Benegas a partir del Congreso 29 y
que, siendo muy discutible, sí dejaban
campo para hablar. Y respetaban, al menos, el sagrado derecho al pataleo. El
actual PSOE ha conseguido llevar al militante desde la anterior impotencia a la actual irrelevancia. Tienen, ¡eso sí!,
una función importante -¡pero irremediable!- como es la de legitimar decisiones de las cúpulas o
cupulillas. Hasta tal punto es cierto que las agrupaciones locales medianas y
grandes y que constituyen las unidades de acción política, sus integrantes no
tiene posibilidad de saber cuántos son y quiénes son. Los censos son muchas veces imprecisos e incompletos, de
manejo limitado a unos pocos y su consulta restringida a unos pocos… Una reunión de estas agrupaciones es más útil para conocer
gente y hacer nuevas amistades que para hacer política.
Sujeto social
¿Cuál es el sujeto social del PSOE? ¿A quién pretende
representar? El PSOE ha ignorado estas preguntas durante muchos años. Desde que
concluyó la transición, al menos. Hoy se antojan ineludibles. Tratar de
responder a estas preguntas puede resultar algo incómodo, pero es fundamental
dar alguna respuesta aunque sea imprecisa. Ciertamente es difícil concretar
mucho sin limitarse el espacio
electoral. Y no es una cuestión de táctica pedestre, porque alcanzar una
mayoría social es imprescindible para no ahogarse en la impotencia. Conocer el
sujeto social es un principio
estratégico básico y que, además, habrá
de determinar sus alianzas. Se puede presentar de forma menos descarnada enumerando
y describiendo los “derechos sociales y de ciudadanía” que el socialismo
democrático español está dispuesto a defender. Y a concretar hasta el punto que condicionen de forma irremediable un modelo económico viable y el corpus
legislativo fundamental de su acción política e institucional.
Organización
Antes escribí sobre organización. Es necesario aniquilar el
tipo de organización que impuso Blanco. Seguramente no hay un único modelo
organizacional pero el que finalmente impere
habrá de favorecer la comunicación, delimitar las responsabilidades, revelar y
corregir errores, dotar de autonomía a las organizaciones territoriales combatir
todo aquello que favorezca la fragmentación y, sobre todo, legitimar las decisiones relevantes. A este respecto un Congreso Federal que se reuniera al menos una
vez al año y que se mantuviera vigente por cuatro, sería un
instrumento de capital importancia para permeabilizar la organización y facilitar
su dialogo con la ciudadanía.
Candidatos
Quienes crean tener, al menos, una respuesta a estas cuestiones y estén
dispuestos a defenderlas ante los militantes o a enmendarse si la ocasión lo
mereciera, estarían legitimados para presentar candidatura a dirigir la
organización. Quien aspire a prolongar la actual situación al amparo de una organización anquilosada y herrumbrosa
se le notará y debe saber que, a mi juicio, hace un triste papel. Y, antes o
después, hará el ridículo.
Merece la pena que se tomen tiempo. En resumen, hagan el favor de no empujar. Sin prisas.
2 comentarios:
como catedratico dudo de tu eficacia como enseñante,porque como militante me he enterado solo de la mitad,qué se le va a hacer soy un obrero. Guillermo, explícate mejor, que yo y otros muchos compañeros entendamos el escrito.
saludos socialistas
Cuado crees que aquello por lo que has luchado toda tu vida empieza a tomar un rumbo equivocado, cuando no reconoces los valores con los que te identificas, entonces dos opciones te quedan, dejar que las cosas sigan su camino o luchar por modificar las causas.
A estas alturas del siglo XXI la red ha sustituido a las linotipias y sólo quiero animarte a seguir el camino, son muchos los que en el silencio compartimos lo expresado en este y otros escritos.
Siento que el otro compañero que ha comentado no haya entendido nada, aunque eso lo cura el tiempo.
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