Es fácil hablar mal y acertar cuando se escribe del PSPV y de
sus dirigentes. Es tan fácil que aburre a quien escribe y, sobre todo, a quien
lee. Es tan fácil que me había hecho el firme propósito de no volver a tocar el
tema por pura conmiseración. Sin embargo uno nunca acaba de asombrarse de lo
cómodo que es sucumbir a las pequeñas tentaciones. Incluso
a las menos estimulantes como estas declaraciones
del líder putativo de la federación valenciana del PSOE.
Los congresillos provinciales, y el consiguiente 38 Congreso
de los socialistas españoles han sumido al PSPV en un marasmo mayor que el
habitual. Por enésima vez se han encendido las luces rojas sin aparente preocupación de sus dirigentes, tan acostumbrados ellos a estar a lo suyo y nada más que a lo suyo. No hacerse cargo de
los fracasos, ignorar la deprimente y
palmaria realidad electoral, mirar para otro lado es costumbre añeja en Blanquerías.
También me había hecho el firme propósito de no hablar más
de Jorge Alarte. Sólo merece pena
constatar que con la inestimable ayuda de sus aliados (que
han sido todos) y la de sus adversarios
(que han sido también todos y, a veces,
al mismo tiempo) no han conseguido
mejorar los resultados electorales. Pero han
conseguido algo quizá más difícil: han hundido su credibilidad como
alternativa y han conducido al PSPV con
mano experta desde la derrota a la irrelevancia.
Y lo que es peor, sin muchas esperanzas
de retorno. De retorno a la dulce derrota porque… de ganar ni hablamos.
Y ahora llega el tiempo del Congreso 12 a celebrar en Alicante. Otra vez unos y otros están ante la oportunidad de dar la nota. Su actuación en la cita de Sevilla rayó
el esperpento. Unos por jugar a ganador con el caballo equivocado y otros
por mostrar clamorosamente su crédito agotado.
Todos por hacer de la inanidad su marca registrada.
El Congreso de Alicante es importante pero no decisivo. No
arreglará ninguno de los problemas del PSPV, sólo debe aspirar a no empeorar la
situación. Todos sabemos y los conspicuos candidatos también que será muy difícil
que de la cita salga el nuevo presidente de la Generalitat Valenciana. Tampoco
es seguro que salga el candidato a la presidencia. Por tanto será bueno aplicarse
con esmero a preparar el futuro para conseguir un PSPV competitivo, capaz de
nuclear la alternativa de gobierno. Porque no está en disposición de ser alternativa en
solitario.
Para muchos el futuro es igual a refundación. Confieso que
no alcanzo a saber qué se quiere decir con ello. Sea lo que sea, yo me conformo
con mucho menos; en realidad con pocas cosas. Pero, algunas, ineludibles.
La más ineludible es que el partido debe dotarse de una nueva dirección
que tenga el firme propósito de desterrar definitivamente la incompetencia política, la incapacidad
organizativa y, por qué no decirlo, esa
pizca de frivolidad personal que tanto caracterizaron la dirección que nucleó
Jorge Alarte. Facilitaría mucho la operación
que el propio Alarte renunciara no sólo a presentar su candidatura sino también
a enredar en la conformación de la siguiente. Tal renuncia no ha de ser resultado de la generosidad sino de la
capacidad de Alarte y su sindicato para
mirarse al espejo, reconocerse cómo son y lo que son y tratarse en consecuencia después.
El PSPV se ha mostrado desde hace mucho tiempo refractario a las ideas políticas originales.
Sus dirigentes casi siempre se conformaron con reproducir acríticamente las imperantes en la marca mayor. Pero algo
parece haber cambiado para siempre: ya no alcanza con ser franquicia, hoy la ciudadanía le pide al PSPV que tenga un
proyecto de País Valencià. Un proyecto que
suponga alternativas culturales,
económicas y políticas, encuadradas en un proyecto socialdemócrata reconocible y homologable. Y
sobre todo con la explícita renuncia al nacionalismo herrumbroso y de brocha gorda. Y al otro, también.
Poner en pie un edifico de tales vigas no es una tarea para Alicante. Ni creo que sea sólo una tarea de la
organización. Es una tarea más amplia. Mucho más amplia, en la que deben atenderse las miradas críticas que procedan del mundo universitario y de la cultura, de las
organizaciones ciudadanas y sindicales, de los profesionales y de los medios de
comunicación. El congreso debe asegurarse ahora que esa tarea será posible después. Porque es
una tarea que hay que tomar con tiempo y sin urgencias
electorales. Pero, aunque haya
desperdiciado mucho, lo que le sobra al PSPV es tiempo.
El congreso de Alicante debería tratar de vertebrar su menguante militancia. Y para empezar sería
de mucha ayuda identificar y negar a
quienes pretendan conseguir que la organización
se pierda en una eterna mirada introspectiva donde sólo los procedimientos
tienen importancia. Desenmascarar a
quienes tratan de colar de matute que “primarias” es sinónimo de proyecto
político. Y no lo es, ni mucho menos. En los casos que conozco tengo para mí que las primarias son una cortina de humo. Sólo una cortina de humo.
Si el PSPV quiere esquivar un destino incierto y volver a
ser útil a la ciudadanía debería poner empeño en no equivocarse en la elección
de su Secretario General. Todos los pretendientes que han asomado presentan dificultades
insuperables.
Sin embargo hay alguien a
quien no se puede poner tacha. Ha colmado ya sus ambiciones, tiene
prestigio ganado a pulso, hace bandera del rigor y reniega de la frivolidad. Es diputado autonómico y es de
Alicante. Se llama Ángel Luna. Sólo hay que convencerle
1 comentario:
Sólo un par de preguntas, estando prácticamente de acuerdo con este comentario, como es posible que lo aquí expuesto no pueda ser debatido en la agrupación en la que militas?
No existe ningún canal por el que la agrupación pueda posicionarse al respecto?
Cual es la posición oficial de la agrupación?
Leo comentarios en los que parece indicar que vuestro Sc general Bielsa, junto con otros, está intentando componer una mayoría al margen de las familias oficiales.
Luna sería una buena opción, el futuro lo tiene hecho y por lo visto hasta ahora podría ser el hombre.
Publicar un comentario