Hace unos días ha muerto Renato Dulbecco. Ha muerto uno de los más importantes investigadores de este tiempo. Y, para este país, ha muerto casi en la clandestinidad. Sólo he encontrado esta honrosa excepción. No acabo de acostumbrarme al papanatismo nacional capaz de ignorar olímpicamente que a partir de ahora no volveremos a contar con un científico brillante y con un hombre comprometido con su tiempo y con la causa de la libertad frente al fascismo. ¡Y con la música que era capaz de arrancar de un piano!
Estudió medicina en Turín, compartiendo formación, charlas y aficiones con otras dos cumbres de la ciencia italiana: Salvatore Luria y Rita Levi Montalcini.
En 1975 recibió el premio Nobel por sus trabajos sobre los virus y el cáncer. Dicho así parece poco, pero su trabajo es absolutamente trascendental para esclarecer el papel que juegan ciertos genes para desencadenar procesos cancerígenos. Proporcionó la primera evidencia de que el cáncer puede ser causado por mutaciones genéticas. Con ello cambió la manera de pensar acerca de los efectos de los carcinógenos.
Compartió el Premio Nobel con dos de sus antiguos alumnos, Howard Temin y David Baltimore que, de forma independiente, habían documentado, en los llamados retrovirus, la existencia de un enzima capaz de sintetizar ADN “copiando” ARN: ¡la transcriptasa inversa!
Con esto dejaron hechos unos zorros el llamado dogma central de la biología molecular y dieron un impulso de dimensiones todavía insospechadas a la ingeniería genética.
En 1986, recomendó catalogar todos los genes humanos para obtener información sobre el cáncer, proporcionando el impulso intelectual para el Proyecto Genoma Humano, que se completó en 2003. ¡Cuántos pensaron que sería sería costoso e inútil! Pero ha demostrado ser de un valor un valor incalculable.
Estudió y concluyó que las células madre del cáncer de mama que se tuercen podría ser responsable de ciertos tipos de tumores de mama. En el año 2000, anunció su descubrimiento del gen responsable de la osteopetrosis maligna, una enfermedad mortal hereditaria que afecta a los recién nacidos.
Ha muerto Dulbecco.
Vivió casi cien años. Y no vivió en balde, aunque su muerte haya pasado inadvertida a casi todos. ¡¡¡Salud maestro!!!
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