Algunos pocos me han sondeado acerca de mi opción en las
primarias del PSPV. No me cuesta nada
decirla en privado pero era
reacio a manifestarla públicamente. Pienso (o pensaba) que ahora es el
tiempo de los candidatos, de escuchar sus propuestas para sacar al País
Valencià del marasmo en que le sumió la
derecha; es tiempo de conocer las medidas para cambiar esta cleptocracia y
devolver a la gente la normalidad democrática. La publicación de un libelo
jurásico en forma de cartel, ha hecho que mude de opinión.
No tengo las primarias como una forma incuestionable de
seleccionar a los candidatos. Cierto que el procedimiento tiene indudables
ventajas. Pero tiene algunos innegables inconvenientes. Y no es
fácil encontrar el equilibrio.
El proceso no asegura
que se elija al mejor, al más capaz, al más responsable, al más de izquierdas,
al más socialista, etc. Las primarias sólo reparten entre más, y más allá de la organización, la responsabilidad de la elección; buena o
mala. ¿Quién podrá, desde el interior
del partido, cuestionar su gestión posterior,
por cuestionable que sea? Sólo unos
locos. Unos "insidiosos", unos
"enredadores" como si duda se les tachará, por más atendibles que
sean sus razones.
Pero nada de eso ocurrirá en el proceso de primarias del
PSPV. Porque no es un proceso normal. Al menos tal y como yo lo entiendo. Trataré de
explicarme.
Cuando el Comité Federal autorizó las primarias en la
Federación Valenciana todos supimos n que se trataba de un "ensayo general
con todo" para las primarias de verdad. Nadie se creyó la urgencia de
elegir al candidato a M.H. President de
la Generalitat "en previsión de que se convocaran elecciones autonómicas
anticipadas. La exigencia de doblar los avales de los militantes fue una
decisión que conjuraba dos peligros: de una parte, permitir que pocas
candidaturas alcanzaran el umbral para concurrir; y de otra, no acreditar evidentemente la escasa militancia de la Federación
Valenciana.
Es un proceso como los de siempre. Los dos aspirantes se lanzaron a conseguir los avales
necesarios. Y cuando los tuvieron, se lanzaron a conseguir más de los
necesarios, no se sabe con qué intención.
Ximo Puig ha presentado un número que equivale al 52% de la militancia y
Toni Gaspar el 20%.
Una vez conseguida la nominación, los equipos de ambos,
no han esperado a que los ciudadanos
interesados y comprometidos se acercaran
a las agrupaciones para inscribirse como "simpatizantes". Ciertamente
algunos lo han hecho. Pero la mayoría son consecuencia de la carrera desbocada entre los equipos de ambos para apuntar, a toda costa, a cualquier
ciudadano que se dejara sorprender en su amistad o buena fe. Los viejos usos,
los tics de siempre afloran de nuevo. Y
en ambos. En los dos.
Paralelamente Puig y Gaspar se han dedicado a recorrer la
geografía, para " hacer kilómetros" .
Y los han hecho. Y los han hecho sin ton ni son. Podrían haber aprovechado cada ocasión para
mostrar las líneas maestras de su pensamiento político, sus ideas sobre el
encaje del País en la España Federal, cómo enjugar la monstruosa deuda de la
Generalitat, qué modelo de financiación proponen, cómo articular y vertebrar el
territorio, cuáles serán sus políticas sociales, cómo se pretende revertir el
modelo sanitario del PP valenciano, qué papel reservan al municipalismo, etc.
Ciertamente sobre
estas cosas se ha escuchado poco. Puig se ha cuidado de mantenerse en una línea
"presidencial" prudente pero
sin arriesgar nada. Reuniones y más reuniones, mucho discurso insulso, mucha foto en grupo, pero de "forment ni
un grà".
Por su parte Gaspar
se ha dedicado a " bufar en caldo
gelat" . A mirar
el ombligo del PSPV (¡que eso no toca ahora, hombre!) y a esgrimir,
además, todo el argumentario
para guardería: arremeter contra
el "aparato" (sin reparar que él mismo formó parte del lamentable
aparato de Alarte que convirtió una derrota electoral en un desastre) y poner sobre el tapete toda una colección de
tópicos y lugares comunes que aconsejan los libros de autoayuda electoral. No han faltado alusiones al cambio
("ideas frescas") , a las diferencias generacionales (qué joven soy y
qué viejo es el otro, "ma non troppo", añadiría yo) , a los prejuicios (el otro lleva toda la vida chupando
del bote y yo acabo de llegar), al
desprecio por experiencia frente a una
teórica espontaneidad (es decir, haciendo de la necesidad virtud), cierto juego
sucio también...
Quien quisiera
informase sobre el pensamiento político de los aspirantes debería "buscarse
la vida". Yo, a falta de mejores posibilidades, acudí a las fuentes: los posibles libros publicados, las conferencias
en foros políticos; los artículos de opinión ( de uno se encuentra esto y de otro no se encuentra nada), a los blogs
personales (ambos han congelado los suyos)...
La revisión , como se ve, resulta
algo frustrante. Pero con esto hay que arar.
No me voy a abstener en las primarias. Nada de eso. Tenía que tomar una decisión y la he tomado. Porque
valoro mucho 30 años de experiencia
política y de gobierno; porque creo imprescindible la formación teórica y
práctica; porque, en un partido, el aparato me parece necesario; porque para
decir algo no vale decir cualquier cosa;
porque, en caso de duda, es mejor no decir nada; porque creo que las cosas complejas no tienen
una explicación sencilla; porque
rechazo las simplificaciones; porque
valoro el relevo y detesto la
defenestración, ...
Por todo eso votaré a Ximo Puig.
Tiempo habrá para el entusiasmo.
Tiempo habrá para el entusiasmo.
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