2 mar 2011

Lo necesario y lo justo


Las malas noticias no dejan de atormentar a la parroquia socialista y, sobre todo, a sus candidatos para las elecciones municipales y autonómicas.
Los sondeos que cada fin de semana publican los distintos medios de comunicación varían entre lo malo y lo terrible. Casi todos los índices son malos y susceptibles de empeorar. Encontrar “brotes verdes” en ese secarral es posible, pero la tarea es tan ardua y los resultados tan escasos que dejarse arrastrar al pesimismo es una actitud no sólo cómoda sino estética.
El último dato del desempleo no mitiga su zozobra. El paro registrado a lo largo del mes de febrero se ha incrementado en 68.000 personas más. Y, aunque haya crecido menos que en el mismo mes de los años anteriores, es muy difícil que este brote pueda pintarse de color verde. ¡Que si hay que pintarlo, se pinta! Pero… pintarlo “pa na” es tontería.
Así que lo mejor es ignorar las encuestas, hacer caso omiso de los agoreros, dejar de decir las chorradas habituales como ésa de “no estamos en otra cosa que sacar a España de la crisis” y ponerse a trabajar desde ahora mismo en las elecciones generales.
¿Y qué pasa con las locales y autonómicas? Todo indica que estas elecciones, haga lo que haga, están perdidas para el PSOE. Lamentablemente se llevarán por delante a algún presidente autonómico que no se lo merece y algún alcalde cuya buena gestión han arruinado la crisis y la torpeza de los yogurines gubernamentales de ZP. Y, más lamentable todavía, todo parece indicar que algunos impresentables –y corruptos- salvarán la cabeza en las escaleras del cadalso. En este punto debería decir algo sobre el PSPV y los JASP del PSPV pero renuncio porque me ciego y corro el riesgo de decir todo lo que pienso. Y hay que pensar lo que se dice, aunque sólo sea como favor.
¿Se pueden ganar las generales? Creo que sí. Desde luego el peor escenario es no hacer nada. Esas son las cartas del PP y con esas cartas la partida está perdida. Así que hay que hacer algo Pero, naturalmente, depende de lo que haga. Y depende de hacer algo coherente y con fundamento. ¿Cuándo comenzó a cambiar el viento electoral hasta convertirse en esta tormenta perfecta?
De todas las variables hay una que parece indiscutible: el índice de paro. Todo comenzó a ir mal para expectativas socialistas a partir del 15% de paro y se produjo un decremento exponencial hasta alcanzar el 18%. A partir de ahí, las cosas han empeorado, pero parece que atenuadas por la resignación.
¿Qué hacer? Básicamente dos cosas: Retornar al crecimiento económico y cambiar el candidato.
El retorno al crecimiento es difícil y más en estos momentos de incertidumbres, a las que viene a sumarse de forma decidida la inestabilidad en el Norte de África. Pero el gobierno tiene por delante un año. Conseguir un crecimiento que permita crear empleo suficiente como para hacer descender el índice de paro en cinco puntos le permitiría al PSOE “meterse en el partido”.
El cambio de candidato es ineludible y por tanto fácil de pronosticar. Así será salvo que se haya perdido el oremus hasta el extremo de no reconocer lo evidente. Cómo designarlo, quién debe ser y cuándo anunciarlo es materia discutible.
¿Cómo? No lo sé pero, lo más rápidamente posible. Montar un largo proceso puede salvar legalidades estatutarias, pero puede distraer al gobierno de su objetivo y permitirá a los yogurines concluir con una gran traca final su lamentable esperpento.
¿Quién debería ser? Más vale hacer lo que todos intuimos que es lo adecuado. ¡Hay que convencer a A. Rubalcaba que ponga en juego su trayectoria y aun su biografía!
¿Cuándo anunciarlo? Hay que aprovechar el tiempo: lo antes posible Ello no hará más cómoda la presidencia de ZP. Pero es necesario.
Y además es justo.

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