La Caja de Ahorros del Mediterráneo fue expulsada del SIP por Cajastur y las demás entidades que pretendían crear el Banco Base y ha pedido ser nacionalizada tras solicitar 2800 millones al FROB
La CAM (y también BANCAJA) es un ejemplo señero de una forma lamentable de hacer banca, de una manera histriónica de estar en el mercado crediticio y al servicio de un proyecto político descabellado.
Bajo el control político del gobierno de Camps, las cajas valencianas y, en particular, la CAM han pasado del estúpido narcisismo a la cruda realidad del bono basura, por más que el Consell trate de infundir aliento a un cadáver exquisito al tiempo que procura sacudirse una responsabilidad directa y grave en el deterioro de la entidad.
La cosa viene de lejos. En 2008, la CAM sacó a bolsa sus “cuotas participativas”. Las famosas cuotas son “acciones” -¡curiosamente!- sin derechos participativos y sin posibilidad de decisión alguna; sólo tiene derechos económicos. Una cosa rara-rara-rara y,… algo riesgosa. Pretendía recaudar unos 300 millones de euros. El valor máximo de la banda de colocación (5,8-7,3) significaba que la CAM valía, entonces, unos 4900 millones de euros. Considerando el límite alto del rango, el PER se acercaba a 12 veces los beneficios.
El CNMV no se tragó el anzuelo y dejó constancia de sus reparos . Al tiempo el Regulador le exigía “claridad” pero la entidad respondía con un “nos las quitan de las manos”. Hubiera sido más ajustado decir “se las metemos por los ojos ”. Dicho de otro modo “se la clavamos doblada a nuestros propios clientes que son un atajo de pardillos”. ¡ En esta historia participaba de manera activa y decisiva la representación de la Generalitat presidida por Camps, sin mover un músculo. A los tahures no se le debe notar cuando van de farol.
Es asombroso que lograra colocar las famosas cuotas porque, entonces, había numerosas oportunidades y con relaciones entre precio y beneficios mucho mejores. Además eran las cuotas de una entidad colgada del negocio inmobiliario hasta límites más que temerarios y que habitualmente debía acudir al mercado interbancario para conseguir liquidez. Pero ya extraña menos si contemplamos el hecho de que las colocó entre pequeños ahorradores y algún conspicuo consejero, a través de su propia red oficinas. Parece que ninguna otra entidad estaba dispuesta a participar en la operación. Todavía en 2010 la entidad “marcaba paquete” sobre la rentabilidad de sus cuotas
El proyecto de constituir Banco Base requería “enseñar las cartas” y Cajastur vio claramente que la baraja estaba marcada. Las agencias calificadoras recortaron el rating de CAM al nivel de “bonos basura”
Expulsada del proyecto, la CAM decidió transferir sus activos a un banco de nueva creación (¡o no!) y pedir al FROB 2800 millones de euros con lo que la “nacionalización” sería un hecho. ¿Cuál es el futuro inmediato? La entidad quedaría en manos del FROB o, eventualmente será ofrecida a una entidad que limpiará sus cuentas y, es seguro, que rebajará la optimista valoración que de los fondos de la entidad hacen sus directivos.
La Generalitat ya se ha adelantado a decir no pasa nada, que la CAM es el colmo de la solvencia aunque, por la que les pudiera caer, aseguran no tener responsabilidad en la solvencia de la CAM Pero es evidente que la responsabilidad del gobierno valenciano es tradicional, directa y total y es no sólo la causa sino también la causa de la causa de todo el mal causado.
¿Conque no pasa nada, eh? Irresponsables, lo que haga falta pero tontos... lo justo. Y si no vean al representante de Camps en la entidad, el señor Joan Devesa, como arroja lastre por la borda. ¡Un cara de cuidado!
¿Qué deberían hacer los que no han tenido tanta información privilegiada y les han cogido en medio de la tormenta? Pues deberían hacer algo inteligente: exigir responsabilidades a quien las tenga y que, además, saben quiénes son y, al tiempo, cagarseentoloquesemenea. O, si les parece, pueden hacer la estupidez de votar a Camps para que siga chuleándolos
¡Los hay que tienen un sino…!
La CAM (y también BANCAJA) es un ejemplo señero de una forma lamentable de hacer banca, de una manera histriónica de estar en el mercado crediticio y al servicio de un proyecto político descabellado.
Bajo el control político del gobierno de Camps, las cajas valencianas y, en particular, la CAM han pasado del estúpido narcisismo a la cruda realidad del bono basura, por más que el Consell trate de infundir aliento a un cadáver exquisito al tiempo que procura sacudirse una responsabilidad directa y grave en el deterioro de la entidad.
La cosa viene de lejos. En 2008, la CAM sacó a bolsa sus “cuotas participativas”. Las famosas cuotas son “acciones” -¡curiosamente!- sin derechos participativos y sin posibilidad de decisión alguna; sólo tiene derechos económicos. Una cosa rara-rara-rara y,… algo riesgosa. Pretendía recaudar unos 300 millones de euros. El valor máximo de la banda de colocación (5,8-7,3) significaba que la CAM valía, entonces, unos 4900 millones de euros. Considerando el límite alto del rango, el PER se acercaba a 12 veces los beneficios.
El CNMV no se tragó el anzuelo y dejó constancia de sus reparos . Al tiempo el Regulador le exigía “claridad” pero la entidad respondía con un “nos las quitan de las manos”. Hubiera sido más ajustado decir “se las metemos por los ojos ”. Dicho de otro modo “se la clavamos doblada a nuestros propios clientes que son un atajo de pardillos”. ¡ En esta historia participaba de manera activa y decisiva la representación de la Generalitat presidida por Camps, sin mover un músculo. A los tahures no se le debe notar cuando van de farol.
Es asombroso que lograra colocar las famosas cuotas porque, entonces, había numerosas oportunidades y con relaciones entre precio y beneficios mucho mejores. Además eran las cuotas de una entidad colgada del negocio inmobiliario hasta límites más que temerarios y que habitualmente debía acudir al mercado interbancario para conseguir liquidez. Pero ya extraña menos si contemplamos el hecho de que las colocó entre pequeños ahorradores y algún conspicuo consejero, a través de su propia red oficinas. Parece que ninguna otra entidad estaba dispuesta a participar en la operación. Todavía en 2010 la entidad “marcaba paquete” sobre la rentabilidad de sus cuotas
El proyecto de constituir Banco Base requería “enseñar las cartas” y Cajastur vio claramente que la baraja estaba marcada. Las agencias calificadoras recortaron el rating de CAM al nivel de “bonos basura”
Expulsada del proyecto, la CAM decidió transferir sus activos a un banco de nueva creación (¡o no!) y pedir al FROB 2800 millones de euros con lo que la “nacionalización” sería un hecho. ¿Cuál es el futuro inmediato? La entidad quedaría en manos del FROB o, eventualmente será ofrecida a una entidad que limpiará sus cuentas y, es seguro, que rebajará la optimista valoración que de los fondos de la entidad hacen sus directivos.
La Generalitat ya se ha adelantado a decir no pasa nada, que la CAM es el colmo de la solvencia aunque, por la que les pudiera caer, aseguran no tener responsabilidad en la solvencia de la CAM Pero es evidente que la responsabilidad del gobierno valenciano es tradicional, directa y total y es no sólo la causa sino también la causa de la causa de todo el mal causado.
¿Conque no pasa nada, eh? Irresponsables, lo que haga falta pero tontos... lo justo. Y si no vean al representante de Camps en la entidad, el señor Joan Devesa, como arroja lastre por la borda. ¡Un cara de cuidado!
¿Qué deberían hacer los que no han tenido tanta información privilegiada y les han cogido en medio de la tormenta? Pues deberían hacer algo inteligente: exigir responsabilidades a quien las tenga y que, además, saben quiénes son y, al tiempo, cagarseentoloquesemenea. O, si les parece, pueden hacer la estupidez de votar a Camps para que siga chuleándolos
¡Los hay que tienen un sino…!
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