Vayamos hoy con los aspectos políticos -¡he dudado sobre la oportunidad de llamarlos así!- que son los realmente relevantes para quienes estamos libres de las sospechas del juez Ruz.
El tema ha sido la razón de ser de un oscuro diputado por Valencia que esta legislatura mantuvo “vivo” el caso en el Congreso.
Ahora, Rajoy parecía haber aprendido de la anterior legislatura y estaba decidido a que nadie le dirigiera el grupo desde fuera. Esta vez no iba a confiar su suerte a una oposición montaraz y revanchista dotada de un discurso simple y rencoroso. Esta vez no iba a utilizar bulos de conspiranoicos ni estaba dispuesto a mirar hacia atrás. Pasado el trago del congreso de Valencia y con casos de corrupción que le tocaban muy de lejos, dedicaba su tiempo a buscar primeras páginas con algo más real, más sentido, más próximo: la crisis económica. A él no le iban a llamar estúpido. Esta vez, no. Los sondeos no le dejaban en buen lugar pero el PP subía en intención y ZP se despeñaba en las encuestas. Era una legislatura tranquila con findes de mítines, lunes de directiva y miércoles de poner negro el panorama, preguntas de respuesta obvia y aplausos obligados de los nuestros. En resumen sólo había que hacer nada (¡eso sí, rápidamente!), esperar las elecciones callado, confiar en que el “pensamiento simple” instalado en el electorado fuera sumando votos a su causa y deserciones al adversario. ¡Y a ganar sin esfuerzo!
Mayo de 2010 había sido un mes terrible con la economía al borde del rescate y bajo amenaza de intervención durante meses. Las reformas que se exige desde fuera llevan a los sindicatos a una huelga general tan inevitable como poco deseada por las centrales sindicales. Además, el PSOE presentaba síntomas de implosión y se ponía en tela de juicio al líder. Zapatero le llevaría la mayoría a casa. Miel sobre hojuelas.
Mayo de 2010 había sido un mes terrible con la economía al borde del rescate y bajo amenaza de intervención durante meses. Las reformas que se exige desde fuera llevan a los sindicatos a una huelga general tan inevitable como poco deseada por las centrales sindicales. Además, el PSOE presentaba síntomas de implosión y se ponía en tela de juicio al líder. Zapatero le llevaría la mayoría a casa. Miel sobre hojuelas.
Sin embargo, en octubre de 2010, ZP hace una crisis de gobierno decisiva que, básicamente significa desprenderse de parte de los echaospalante, yogurines y narcisos para poner su confianza y el gobierno en gente curtida y experimentada en la tarea política y de gestión. A la economía vuelve la ortodoxia que impone Salgado y que antes había intentado Solbes con tan poco éxito. El ministerio de Presidencia se confía a la serena y respetada figura de Jáuregui, otro sesentón que el PSOE había aparcado como eurodiputado pero que antes había sido todo y de todo en Euskadi.
El nombramiento más conspicuo, sin embargo, fue el nombramiento del ministro del Interior como Vicepresidente primero y Portavoz del Gobierno. La novedad fue bien acogida por la ciudadanía hasta el punto que las encuestas, por un momento, mejoraros las expectativas de los socialistas.
Rajoy, el PP y todos los martillos de herejes se pusieron en nivel defcon 3. Se atisbaba como posible candidato a la presidencia del gobierno, si finalmente la realidad llevaba a ZP a una actuación políticamente reconocible y lógica, a uno de los portavoces de FG. El mismo tipo que había dado al PP tantos disgustos tras el 11M y las trolas de Aznar, Zaplana, Acebes y los voceros mediáticos gubernamentales. El primer y mordaz portavoz del GS al que los diputados conservadores temían y, calladamente, respetaban. El ministro del Interior que había manejado la estrategia en la tregua de la banda etarra, de la que los bandarras habían salido tan mal parados. El mismo que al frente de las fuerzas de seguridad estaba dando una paliza y un golpe tras otro a ETA hasta dejarla extenuada y al borde de la rendición.
De cualquier manera, todo parecía inútil. La debilidad económica y el creciente paro no dan tregua al gobierno. Los ministros del ramo son objeto de interpelaciones constantes en el Parlamento. Los ministros yogurines siguen haciendo el ganso y jugando a gobernar. La entrada de Rosa Aguilar como ministra de Medio Ambiente, dota a todo el conjunto de un encantador, delicado y ma non troppo color rojo.
Para acabarla de arreglar, la izquierda abertzale trata de presentarse –legítimamente- a las elecciones municipales y forales. El gobierno pone en manos de los tribunales la decisión con lo que deja sin apoyo la confrontación del PP en este tema. Aquí sólo queda el recurso a la mente enferma de Mayor Oreja.
Sin embargo Salgado se revela como una ministra a la que le tiembla poco el pulso cuando se trata de tomar medidas necesarias ; pronto los indicadores dejan de empeorar, el desempleo crece más moderadamente y la amenaza de un rescate económico se aleja.
El ministro de Trabajo logra un resignado consenso sobre la reforma de las pensiones, encarrila un acuerdo sobre reforma laboral que no desbarata el llamado Pacto por el Euro.
Demasiadas buenas noticias para el gobierno que el PP zafiamente, lee como malas para los intereses electorales de los conservadores.
¡Rajoy ha de hacer algo! ¡Hay que ir por Rubalcaba! ¿Con qué? ¡Con lo que sea! ¿Qué tenemos? ¡Lo de siempre! ¿Con quién contamos? ¡Con los de siempre! ¿Y con quién más? ¡Con Aznar y FAES y la AVT! ¿Esto no es poca cosa? ¡Pero haremos mucho ruido! ¿Eso no es volver a la oposición de la anterior legislatura? ¡Pues sí pero…se trata de ganar, Mariano! ¿No perdimos hace cuatros años con esta estrategia? ¡Sí, pero no volverá a suceder! ¿Quién empieza? ¡Pedro Jota! ¿Y qué va a decir? ¡Yo qué sé, cualquier cosa, lo de siempre…! ¡Hay unos papeles de ETA que pueden dar juego! ¿De ETA? ¿Un poco fuerte no? Bueno pero… ¿tú quieres ganar o no? Mariano dijo sí. Pero se dijo para sí: al final la cagaremos, Josémari.
Así sea
1 comentario:
En definitiva, sin el Caso Faisán "no somos nadie" -viene a manifestar al fin el trío cavernícola y sus fariseos.
Buen trabajo, Willy.
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