Los últimos días no he escrito nada. No he escrito una sola entrada. No por falta de motivo o ganas de hacerlo. Pero mi ánimo ha estado entretenido y oscilando entre la inmensa alegría por la victoria socialista en mi ciudad y la desazón que me produce el desastre electoral del PSOE. Ciertamente no es fácil ponerse al tajo y elegir una atalaya para contemplar las ruinas. Por algo habrá que empezar: Hablemos del PSPV y de Alarte. Es algo deprimente, pero me veo obligado a decir algo cuanto antes lo diga mejor.
Jorge Alarte debería haber dimitido ya. Él y toda su Ejecutiva. Por decencia, por coherencia, por honestidad personal (y… la honestidad de un voto) y porque se han dado todas y cada una de las (malas) condiciones que él mismo señaló para abandonar. Dice ahora que no lo hará, que se vaya ZP, que la debacle del PSPV está en la media del desastre de España. Para J.A. perder más de 150.000 votos de un granero ya más que magro es algo que está en la media. Pues muy bien, machote.
No hay que obcecarse, Jorge Alarte no es la causa de los males de los socialistas valencianos. Alarte es la lamentable consecuencia última y más acabada de ese tinglado en el que se ha convertido el PSPV. Un tinglado que, desde hace 20 años, no ha hecho más que renovar su dirección con zombis, que cada vez son más y son cada vez más torpes. Y las críticas de los críticos no se han hecho esperar. Pero esos críticos son también los muertos vivientes; esos tipos que se reúnen con los de siempre para convocar actos donde sólo acuden ellos para poner a los otros zombis bajo sospecha de estar muertos. Esos que no han hablado hasta ahora porque debieron creerse la propia propaganda, lo del voto oculto, por ejemplo, que llevaría a Camps a la oposición. ¡Hay que ver quiénes hablan!
Ahora caigo en la cuenta que esta entrada me coloca entre los críticos. Sólo debo decir en mi descargo que no es la primera vez que hablode estas cosas y que, desde hace muchos años no asisto a cenas de zombis; por si estuviera a tiempo de evitar contagios.
Platos rotos, mucho ruido, pensamiento simple, invocación de nobles causas para servir otras algo más particulares, e implosiones descontroladas. Nada se mueve, lo cubren todo una niebla espesa, mientras señores con pústulas y cicatrices recientes, se acarician el lomo y manipulan fichas de afiliación de gente que, legítimamente, quiere utilizar este cauce de participación. No saben lo que les espera. Deberían entrar diciendo “no quiero ser algo sólo quiero ser alguien”. Alguien a quien se le escuche lo que tiene que decir. Gente sin temor a exponerse a la luz Pero esta gente infunde temor a los señores de las pústulas. Esta gente ¡piensa! Y es peligrosa. La gente que razona y llega a conclusiones propias pone en riesgo los vestigios políticos de quienes presumen de grandes logros que nadie vivo recuerda haber visto. Si además tratan combatir ideas antiguas -¡y por tanto ciertas!- pasan a la condición de miserable y trepa.
Ciertamente Alarte no era buen candidato. Como no es, ni nunca ha sido un buen Secretario General Esencialmente porque no ha querido serlo. Se ha empleado a fondo en consolidarse a base de ideas muertas y alianzas extrañas. Y no lo ha conseguido sino que, como tantos anteriormente, se ha asegurado un lugar en les Corts y es más que dudoso que pueda liderar la oposición. Seguramente sólo aspira a gobernar el cementerio.
¿Cómo queda el mapa electoral valenciano y cuál es la tendencia que se adivina para los próximos años? Será motivo de otra entrada. O no… Quizá sea perder el tiempo
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