Lo de Bildu ha salido como tenía que salir. Ha salido bien.
Por más que los pandilleros de la extrema derecha se empeñen, Bildu ha resuelto su presencia en las instituciones con toda normalidad. Estos días se le ha oído reiterar lo que ya habían dicho antes de la “legalización” y durante la campaña. Han vuelto a reiterar su negación de la violencia, de toda la violencia –también de la callejera- y han abjurado de los métodos de ETA.
Por la vía de la política se han vuelto a reclamar independentistas, han gesticulado con cuestiones menores y con han sido objeto de la atención de unos y otros para hacer campaña y marcar paquete.
Pero Bildu, que es ahora y aquí, la izquierda abertzale ya no vive pendiente de ETA. Ya no la necesita. Porque ha alcanzado -sin ETA- y por la vía de las urnas lo que antes ETA no alcanzó por la vía del terror. Hoy gobierna decenas de ayuntamientos vascos, entre ellos uno tan emblemático como el de Donosti. Es la fuerza mayoritaria en Gipuzkoa y preside sus Juntas Generales.
Para Bildu sólo hay un inconveniente en todo esto. Pero es el mismo inconveniente con el que se enfrentan todos: como los demás, tendrá que decidir. Y además de hablar tendrá que mojarse, hacer presupuestos, imponer y recaudar. Optar por la fusión, o no, de las cajas vascas. Decidir sobre la Y vasca… Vamos que tajo tiene para dar y vender. Así Bildu ha metido a los abertzales en la normalidad. Tendrá que gobernar explicándose, pactar donde no tenga mayoría y, como todos, dentro de cuatro años –o antes en algunas instituciones- arrostrar las consecuencias electorales de sus decisiones.
¿ Y ETA? No se ha dado por enterada. Sigue ensimismada, mirándose el ombligo. Tratando seguramente de sostener algo que Bildu ya ha demostrado que es insostenible. ETA está fuera de su tiempo y de su mundo. Anunciar que lo deja ya, y para siempre, es la mejor salida. Las otras no son salidas. Son sólo estupideces. Perversas y trágicas estupideces
No hay comentarios:
Publicar un comentario