El Ayuntamiento de mi ciudad – Mislata - ha sometido a pública consideración una
iniciativa a la que yo debería hacer alegaciones. No las haré. Y por dos tipos
de razones. Unas, las menos relevantes, se relacionan con mi afección política
y por la utilización –lo digo con modestia- indeseable que podría hacerse de ellas. Otras tienen que
ver con el escaso recorrido de este tipo de
alegaciones si el órgano que haya
de resolverlas las desestima sin más; no está uno para perder el tiempo y
ahogarse en la impotencia. Pero me siento en la obligación de escribir sobre el
caso aunque sólo se apara dejar constancia de mi desacuerdo. Y, por otra parte, liberar tiempo para
dedicarlo al apasionante debate político que se abre ahora en el PSOE.
El anterior gobierno municipal del PP convirtió la
construcción de cuatro aparcamientos,
gracias a una gestión
delirante, en un problema económico y
político de dimensiones más que regulares. Se explica aquí.
Ahora el nuevo Ayuntamiento pretende dar
solución al asunto que está atorado desde
hace años.
Un problema que,
además, ha hecho correr ríos de tinta.
·
Los socialistas, entonces en la oposición,
denunciaron inmensas irregularidades
económicas.
·
La intervención municipal , cuya titular fue
apartada de su función por un expediente
sancionador iniciado por el alcalde
Corredera, había avisado de poca claridad en los procedimientos y,
finalmente, puso sobre el tapete nada
menos que un posible “enriquecimiento
injusto”
·
Tampoco C. Fernández , actual alcalde y entonces
en la oposición,
se andaba por las ramas cuando afirmaba:
“El PP busca una artimaña, mediante decreto, para fulminar a la
intervención municipal porque puede ser un claro obstáculo para concluir con el
pelotazo de más 24 millones de euros que Lubasa va a recibir a costa del dinero
de los ciudadanos de Mislata por unos aparcamientos que costaban menos de 16.
·
Al tiempo
que apelaba - ¡cómo no hacerlo!- a la
defensa de los intereses públicos para denunciar un gran pelotazo del PP. Y ciertamente había
buenas razones
Es convicción
generalizada en la ciudad que este
embrollo, y el brutal endeudamiento
consiguiente, son las
razones principales por las que
Corredera y el PP fueron ampliamente derrotados en las elecciones locales
de mayo de 2011. Elecciones que, sin embargo, los conservadores ganaron ampliamente en el
resto del país.
En su programa electoral, la candidatura socialista proponía el alquiler
de las plazas de aparcamiento. La propuesta no dejaba de ser
sorprendente: Se daba a entender que
el Ayuntamiento se hacía cargo, sin más trámites, del disparate y sus
consecuencias. Y que, con alquilar las plazas, quedaba olvidado
el posible enriquecimiento injusto y enterradas sin resolver todas las acusaciones de irregularidades,
pelotazos y artimañas.
No se entiende la posición, porque no hay forma de olvidar la deuda
de la que se hace cargo la ciudad y
que los contribuyentes pagaremos a lo largo los próximos años. Sí se
entiende, en cambio, que pueda resultar cómodo no meterse en fregados
aunque se alienten así posiciones
políticas chuscas. Sin embargo los posibles enriquecimientos injustos y el
hecho de que ciertas
liquidaciones no estén claras no
puede ser ignoradas sin más por los altos funcionarios municipales que velan
por la legalidad de los actos administrativos y llevan a cabo la fiscalización
económica, presupuestaria y financiera
para que no se dañen los intereses públicos.
Materializar la propuesta electoral socialista se demoró en el tiempo.
No era para
menos. La experiencia que, con fines promocionales primero y de
explotación
después, llevada a cabo por la empresa
concesionaria había desembocado en un completo fracaso. Efectivamente,
la
empresa alquiló, con fines promocionales y por un tiempo limitado,
plazas al
precio 35 euros al mes que: A pesar de
estar muy por debajo de los precios de mercado, la oferta no se cubrió
completamente. Ni mucho menos. Cuando se pretendió vender o arrendar a
precios
de mercado, se acumuló fracaso tras fracaso. Y. como se ha dicho, la
empresa concesionaria, nada enemiga del PP terminó por endosar el
“embolado” al propio ayuntamiento. La disposición
de Corredera y su gobierno para defender los intereses públicos fue
perfectamente descriptible.
A día de hoy, nada presagia
que, a iguales condiciones, la
iniciativa pública vaya a tener éxito donde fracasó la privada. El
éxito en esa “gestión” parece exigir una reducción drástica del
precio de alquiler. Además de ciertas consecuencias indeseables de las
que
después hablaré, esta reducción colisiona con que
“el usuario, en
todo caso, habrá de satisfacer un canon no inferior al 6 por 100 del valor en
venta de los bienes. El valor del bien, a efectos de venta, debe ser el actual.
Por ello, si en el Inventario de Bienes consta una valoración antigua, debe
llevarse a cabo una nueva valoración”
Esta sutileza legal dificulta hasta el punto de imposibilitar la
alternativa, que contempla el gobierno municipal. Esta colisión debió ser la causa de la demora
en el tiempo. No es fácil ignorar algo tan claro. Ni es fácil olvidar todo lo que se
habló e informó con anterioridad.
¿Cómo salir del laberinto? Véase esto. Es decir, la
(única) empresa pública del Ayuntamiento
asume la “actividad de aparcamientos. Una empresa pública discutida , cuya rentabilidad social y
eficiencia económica está por demostrar, podrá alquilar las plazas de
aparcamiento. Si con ello lo que se pretende, como ingenuamente reconoce la
edil de hacienda, es alquilar a precios
que pudieran soslayar el mandato legal entraríamos en terrenos poco
ejemplares, seguramente, pantanosos. Porque son terrenos pantanosos la empresa municipal pueda
servir para soslayar un mandato legal tan taxativo. Además se compromete todavía
más la muy comprometida viabilidad de esa empresa pública.
Pero a mi juicio lo que resulta
especialmente incómodo es que todo este tinglado sólo pretende
cumplir a toda costa un
compromiso electoral claramente equivocado. Porque mediante la iniciativa:
·
No se reparan
las irregularidades económicas, los enriquecimientos injustos, no se aclaran
las turbias liquidaciones ni se atajan los pelotazos.
·
No se defienden
los intereses públicos porque no se subsanan las consecuencias de una gestión horrorosa
·
No se evita que
una empresa haya hecho, en momentos de
crisis para todos, un enorme negocio a costa de ciudadanos que pagarán durante
años las consecuencias en forma de una deuda inasumible.
·
Quien alquile
una plaza de aparcamiento estará en deuda con todos los demás porque estará
pagando un precio por debajo del valor del mercado. Y la diferencia la pagaremos los demás. Y eso incluye a los
que, a pesar ni con la rebaja pueden permitirse pagar el alquiler.
Nada es
irremediable, y no se puede decir que no hay otra posibilidad a la de pagar y callar.
La hay, y es potente: se trata de la declaración
de lesividad por parte del Pleno de la Corporación para proceder, posteriormente, a su
impugnación contencioso-administrativa. Pero para esta declaración hace falta arrojo y
ganas de complicarse la vida.
Uno
tiene la impresión que el final del "rosario de la aurora" es una perspectiva
satisfactoria comparada con el final que
se presagia a todo esto. Pero… ¡ojalá no sea nada y que nosotros lo veamos!
1 comentario:
Estoy de acuerdo y deberíamos hacer algo
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