23 dic 2011

Qué me parece el gobierno


Si no fuera por lo que es,  y por otras cosas,  debería confesar   que el  primer gobierno de Rajoy no me parece mal. Si me animaran  llegaría a decir, incluso, que me parece bien, porque... podía haber sido mucho peor. ¡Hasta ahí: no  estoy dispuesto a llegar más allá!
Tampoco me importa confirmar que el  estrenado Presidente del Gobierno  -¡de España!,  dirían los cursis y algunos yogurines -  es un tipo previsible,  eso que  tanto valoran algunos en los gobernantes  aunque sea tan desaconsejable  para jugar al póquer.  Solamente en una ocasión –tras las elecciones de 2008- fue capaz de sorprender  a  propios (¡sobre todo!) y a extraños, manteniéndose al frente del PP aunque tuviera que pasar por el trago del Congreso de Valencia. Sólo en esa ocasión no hizo lo esperado y parece que acertó.

Escribo a vuelapluma, por consiguiente que nadie me eche en cara lo que diga,  ni me lo tenga en cuenta en el futuro.

Aznar fuera del Gobierno.
Lo primero que valoro grandemente y por eso no me desagrada su gobierno,  es que éste sea  totalmente de Rajoy,   sin concesiones a la extrema derecha  siempre latente  y siempre presente  en el PP con la figura de Aznar. Es un grupo  hecho por  y  a  la medida del su presidente.  Quien busque en el pasado argumentos denigrantes (¡denigrantes, digo!)  que se ahorre el esfuerzo porque   encontrará pocos. Son gente con la que será  difícil que pueda coincidir la mayoría pero que  tampoco han pretendido nunca disimular  lo que son.
A vista de pájaro dos son las áreas en las que el gobierno va a echar el resto: economía y justicia. Las demás áreas son comparsas, vistos el peso político de sus de sus titulares.

Ministerios menores.-
Empecemos por aquí. La presencia de Pastor en Fomento y de Mato en  Sanidad  no promete  grandes innovaciones. No son  éstos los mejores tiempos para hacer fuertes inversiones en infraestructuras porque, ni el Estado está sobrado de recursos ni endeudarse mucho más parece ser una alternativa para los próximos años; y,  de otra parte, la inversión privada no puede ser considerada  una opción  salvo para la mente  voluntarista de un tipo como José Blanco. Sanidad es coto autonómico Y ahí el Rajoy  dejará hacer a los gobiernos autonómicos dejando que sean éstos los que asuman los riesgos electorales de su gestión. Un  Ministerio  de Sanidad sólo se justifica porque lo sea  además de Servicios Sociales e Igualdad, e incluso así se queda muy grande para administrar competencias compartidas.
Otro tanto puede decirse del  MEC. J.I. Wert no tiene carnet del PP, aunque tampoco es nuevo en esa plaza. Sus competencias en Educación se limitan – y no es poco- a la legislación básica. Por lo tanto, diga lo que diga,   se tentará la ropa antes entrar en una pelea que vendría a sumarse a las que Rajoy  debe librar en los terrenos que considera prioritarios. El bachillerato de tres años es una medida  que se soluciona integrando el cuarto año de la ESO en el Bachillerato; si eso le da para que las autonomías del PP puedan argumentar mínimamente las subvenciones a la enseñanza no obligatoria, no le remorderá su conciencia ultraliberal. Cultura debe ser su principal ámbito de gestión y, no combatirá seguramente la ley Sinde porque no le desagrada. Pero algo ha de hacer y será difícil contentar a todos. En Deporte se dedicará a entregar trofeos al Barça para consternación de su condición de madridista.
Las áreas más  testimoniales  son Agricultura,  Defensa y Exteriores  que están a cargo de personas con experiencia pero con escasa influencia política en el PP. Empleo y Seguridad Social  tomará nota o se hará eco de las indicaciones que vengan de núcleo económico.

El núcleo duro
Luis de Guindos es un técnico con experiencia sobrada. Es un tipo de ida y vuelta. Al conocer su nombramiento me pregunté cómo iba a sobreponerse a la circunstancia de su presencia en Lehman Brothers  en el  momento álgido del escándalo. Han pasado algunas horas y no parece que la cosa vaya a tener mucho recorrido. De Guindos es un experto en banca y no tranquiliza precisamente que su jefe, en los tiempos  del ministerio  era Rato, hoy jefazo de Bankia. Sanear el sistema financiero a toda costa (¡ya veremos cuánta costa!)  será su misión. Las recetas para relanzar la economía serán  la desregulación, la minoración de los costes del trabajo y la incentivación de la inversión.
Cristóbal  Montoro tendrá a su cargo los recortes porque sólo así se entiende que se hayan unido dos áreas como  Hacienda y Administraciones Públicas. Habrá cumplido largamente su misión si es capaz de simplificar la fiscalidad y tapar los vericuetos  en los que el fraude fiscal campa a sus anchas. Combatir el solapamiento de funciones entre las distintas  administraciones  es una tarea para más de cuatro años.  Más fácil le resultará dar un nuevo tajo a las retribuciones de los funcionarios.

Dos figuras y una ausencia
La única vicepresidenta se encargará de la coordinación en todos los aspectos excepción hecha del área económica. Será además la voz del gobierno. Sáenz de Santamaría es una persona en la que el presidente tiene puesta toda su confianza. Yo tengo mis duda; creo que es  especialmente adecuada para  memorizar y cantar temario en  oposiciones exigentes, pero tiene que demostrar aún su habilidad para comunicar malas noticias, hablar y no decir nada sin que se le note demasiado y corregir su tendencia mil veces probada para meter la pata. La portavoz del gobierno es mi candidata a ser el primer cambio en el gobierno.
Gallardón se hace cargo de Justicia. Su nombramiento ha sentado fatal al tdt-party y, en general, a la extrema derecha. En colaboración con Jorge Fernández Díaz practicará una política de escaparate a la espera de saltar, en unos pocos  años,  a lo que realmente le entusiasma y nunca ha negado: la candidatura a la presidencia del gobierno. Pero antes sustituirá a la Vicepresidenta como portavoz. es un tipo que adora los focos.
Destaca una ausencia. González Pons disfrutó hasta el éxtasis (iba a escribir orgasmo pero me pareció inapropiado) el   papel  portavoz  de la Directiva  y el rol de  malo que jugó en la oposición. Disfrutó, tanto que se le  notó mucho y, muchas veces,  traspasó lo tolerable parlamentariamente, hasta el punto que el Grupo Socialista le tachó de  persona poco fiable. González Pons   marcado de esa manera y por su pertenencia a ese antro de corrupción que es el PP valenciano   no podía estar en un Gobierno que quiere concitar amplios consensos  o, al menos,  disensos controlables.

Me quedan cosas por decir  pero han de ser tan irrelevantes como las que he dicho. Creí que estos apuntes serían más cortos. Uno empieza y no encuentra forma acabar el relato. Ahora sí que sí. Acabo

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