Si no fuera por lo que es,
y por otras cosas, debería
confesar que el primer gobierno de Rajoy no me parece mal. Si
me animaran llegaría a decir, incluso,
que me parece bien, porque... podía haber sido mucho peor. ¡Hasta ahí: no estoy
dispuesto a llegar más allá!
Tampoco me importa confirmar que el estrenado Presidente del Gobierno -¡de España!, dirían los cursis y algunos yogurines - es un tipo previsible, eso que tanto valoran algunos en los gobernantes aunque sea tan desaconsejable para jugar al póquer. Solamente en una ocasión –tras las elecciones de 2008- fue capaz de sorprender a propios (¡sobre todo!) y a extraños, manteniéndose al frente del PP aunque tuviera que pasar por el trago del Congreso de Valencia. Sólo en esa ocasión no hizo lo esperado y parece que acertó.
Tampoco me importa confirmar que el estrenado Presidente del Gobierno -¡de España!, dirían los cursis y algunos yogurines - es un tipo previsible, eso que tanto valoran algunos en los gobernantes aunque sea tan desaconsejable para jugar al póquer. Solamente en una ocasión –tras las elecciones de 2008- fue capaz de sorprender a propios (¡sobre todo!) y a extraños, manteniéndose al frente del PP aunque tuviera que pasar por el trago del Congreso de Valencia. Sólo en esa ocasión no hizo lo esperado y parece que acertó.
Escribo a vuelapluma, por consiguiente que nadie me eche en cara lo que diga, ni me lo tenga en cuenta en el futuro.
Aznar fuera del
Gobierno.
Lo primero que valoro grandemente y por eso no me desagrada su gobierno, es que éste sea totalmente de Rajoy, sin
concesiones a la extrema derecha siempre
latente y siempre presente en el PP con
la figura de Aznar. Es un grupo hecho
por y a la
medida del su presidente. Quien busque
en el pasado argumentos
denigrantes (¡denigrantes, digo!)
que se ahorre el esfuerzo porque encontrará pocos. Son gente con la que será difícil que pueda coincidir la mayoría pero
que tampoco han pretendido nunca
disimular lo que son.
A vista de pájaro dos son las áreas en las que el gobierno
va a echar el resto: economía y justicia. Las demás áreas son comparsas, vistos
el peso político de sus de sus titulares.
Ministerios menores.-
Empecemos por aquí. La presencia de Pastor en Fomento y de
Mato en Sanidad no promete
grandes innovaciones. No son éstos los mejores tiempos para hacer fuertes
inversiones en infraestructuras porque, ni el Estado está sobrado de recursos
ni endeudarse mucho más parece ser una alternativa para los próximos años; y, de otra parte, la inversión privada no puede ser
considerada una opción salvo para
la mente voluntarista de un tipo como José
Blanco. Sanidad es coto autonómico Y ahí el Rajoy dejará hacer a los gobiernos autonómicos
dejando que sean éstos los que asuman los riesgos electorales de su gestión. Un Ministerio de Sanidad sólo se justifica porque lo sea además de Servicios Sociales e Igualdad, e
incluso así se queda muy grande para administrar competencias compartidas.
Otro tanto puede decirse del MEC. J.I. Wert
no tiene carnet del PP, aunque tampoco es nuevo en esa plaza. Sus competencias en Educación
se limitan – y no es poco- a la legislación básica. Por lo tanto, diga
lo que diga, se tentará la ropa antes entrar en una pelea
que vendría a sumarse a las que Rajoy debe librar en los terrenos que considera prioritarios.
El bachillerato de tres años es una medida
que se soluciona integrando el cuarto año de la ESO en el Bachillerato;
si eso le da para que las autonomías del PP puedan argumentar mínimamente las
subvenciones a la enseñanza no obligatoria, no le remorderá su conciencia
ultraliberal. Cultura debe ser su principal ámbito de gestión y, no combatirá
seguramente la ley Sinde porque no le desagrada. Pero algo ha de hacer y será difícil contentar a todos. En Deporte se dedicará a entregar
trofeos al Barça para consternación de su
condición de madridista.
Las áreas más testimoniales
son Agricultura, Defensa y
Exteriores que están a cargo de personas
con experiencia pero con escasa influencia política en el PP. Empleo y
Seguridad Social tomará nota o se hará
eco de las indicaciones que vengan de núcleo económico.
El núcleo duro
Luis de Guindos es un técnico con experiencia sobrada. Es un
tipo de ida y vuelta. Al conocer su nombramiento me pregunté cómo iba a
sobreponerse a la circunstancia de su presencia en Lehman Brothers en el momento álgido del escándalo. Han pasado
algunas horas y no parece que la cosa vaya a tener mucho recorrido. De Guindos
es un experto en banca y no tranquiliza precisamente que su jefe, en los
tiempos del ministerio era Rato, hoy jefazo de Bankia. Sanear el
sistema financiero a toda costa (¡ya veremos cuánta costa!) será su misión. Las recetas para relanzar la economía
serán la desregulación, la minoración de
los costes del trabajo y la incentivación de la inversión.
Cristóbal Montoro tendrá
a su cargo los recortes porque sólo así se entiende que se hayan unido dos
áreas como Hacienda y Administraciones Públicas.
Habrá cumplido largamente su misión si es capaz de simplificar la fiscalidad y
tapar los vericuetos en los que el fraude
fiscal campa a sus anchas. Combatir el solapamiento de funciones entre las distintas
administraciones es una tarea para más de cuatro años. Más fácil le resultará dar un nuevo tajo a las
retribuciones de los funcionarios.
Dos figuras y una
ausencia
La única vicepresidenta se encargará de la coordinación en
todos los aspectos excepción hecha del área económica. Será además la voz del gobierno.
Sáenz de Santamaría es una persona en la que el presidente tiene puesta toda su
confianza. Yo tengo mis duda; creo que es
especialmente adecuada para memorizar y cantar temario en oposiciones exigentes, pero tiene que
demostrar aún su habilidad para comunicar malas noticias, hablar y no decir
nada sin que se le note demasiado y corregir su tendencia mil veces probada
para meter la pata. La portavoz del gobierno es mi candidata a ser el primer
cambio en el gobierno.
Gallardón se hace cargo de Justicia. Su nombramiento ha sentado
fatal al tdt-party y, en general, a la extrema derecha. En colaboración con
Jorge Fernández Díaz practicará una política de escaparate a la espera de saltar, en unos pocos años, a lo que realmente le entusiasma y nunca ha negado: la candidatura
a la presidencia del gobierno. Pero antes sustituirá a la Vicepresidenta como portavoz. es un tipo que adora los focos.
Destaca una ausencia. González Pons disfrutó hasta el éxtasis
(iba a escribir orgasmo pero me
pareció inapropiado) el papel portavoz
de la Directiva y el rol de malo que jugó en la oposición. Disfrutó,
tanto que se le notó mucho y, muchas veces, traspasó lo tolerable parlamentariamente,
hasta el punto que el Grupo Socialista le tachó de persona poco fiable. González Pons marcado de esa manera y por su pertenencia a
ese antro de corrupción que es el PP valenciano
no podía estar en un Gobierno que
quiere concitar amplios consensos o, al
menos, disensos controlables.
Me quedan cosas por decir pero han de ser tan
irrelevantes como las que he dicho. Creí que estos apuntes serían más cortos. Uno
empieza y no encuentra forma acabar el relato. Ahora sí que sí. Acabo
No hay comentarios:
Publicar un comentario