Bronchú se va a la guerra

La lectura de la última entrada de este blog ha soliviantado a unos pocos ciudadanos de Mislata. Me pidieron, muy airados, que contestara ante lo que consideran una agresión a la organización política a la que pertenecen (pertenecemos) . Confieso que no me siento cómodo en ese papel de escribidor por encargo. Como pude di por zanjada la cuestión arguyendo otras ocupaciones.

Después llegó a mis manos un lujoso pasquín  del PP mislatero, cuyo contenido corrige el  concepto primero  que le atribuí de panfleto para meterlo de lleno en el ámbito del libelo. Efectivamente en el folleto se apela al más seboso  maniqueo  para desacreditar al actual alcalde de Mislata y, en consecuencia, se dirige al más radical pensamiento simple. El paso del tiempo ha hecho que mi  escepticismo acerca de la eficacia comunicativa, política y electoral  de este tipo de propaganda no haya dejado de crecer. Es decir que ni la lectura del libelo me molestó y considero no debe molestar a su destinatario a poco que  Carlos Fernández Bielsa esté  determinado a enderezar el  rumbo  que el equivocado   gobierno anterior  fijó para esta ciudad . Y, por qué no decirlo,  a poco que confíe en sus  electores y en los ciudadanos.  Así lo creo; y admito que pueda estar equivocado  visto lo que ocurre ahora en este  país.

La ojeada al pasquín me animó a releer el blog del señor Bronchú. Un blog de título apropiado, acertado por tanto,   y con lejanos, pero evidentes,  ecos machadianos.  Todo invita a ponerse de parte de su autor. Sin embargo, con un vistazo superficial de la bitácora, se adivina  la decepcionante  idea de que Bronchú está ciertamente ofuscado  por la figura del Alcalde de Mislata al que sacude entrada tras entrada de manera obsesiva. No parece haberle sentado especialmente bien la derrota en las elecciones municipales. Es lógico. En el  contexto de tanta hostilidad con los socialistas en aquellos días, y en medio del  paseo triunfal que se dieron los populares ,  que se hayan llevado aquí  un histórico revolcón   es, como ahora se dice, para que se lo hagan  mirar.

 En el PSOE  local conocemos nuestras insuficiencias.  No podemos presumir de ser los reyes del mambo  y somos perfectamente conscientes de que ganamos las elecciones municipales por nuestras propuestas pero, sobre todo, por los errores del señor Corredera y de su equipo.  

No trato de poner el retrovisor.  No trato de aliviar la responsabilidad que tiene el actual gobierno municipal. Ni comparto tampoco esa  eterna estrofa de agua de la "dura herencia recibida"  tan manida e irrelevante para el  futuro. Pero a estas alturas  debe saber el señor Bronchú, y si no debe creerme cuando  le digo que han metido ustedes a la ciudad en un trance endiablado . Saldremos con muchas dificultades por parte de todos, con renuncias y dejándonos todos  pelos  en la gatera. Pero saldremos. Solo se trata de no repetir errores.

 A mi entender los errores, en contra de lo que se pueda creer, no fueron muchos. Pero fueron palmarios e indiscutibles. Y,  aunque lucho contra ella con todos los argumentos a mi disposición,  no he podido sacarme  de la cabeza la idea de que en el equipo del que formaba parte el señor Bronchú, no todos ni siempre, se gobernó con miras a eso que se llama ahora  interés general. Tuvo que haber otros intereses . Porque si no,  es inexplicable que la ciudad esté en esta situación.

No quiero entrar en cada una de las inexactitudes y simplezas en las que incurre el pasquín de los populares. No quiero que lo que digo se tome como la respuesta a una agresión de la que, sólo lejanamente, me puedo sentir víctima. Además, no puedo presumir de persona contenida pero, por el contrario, soy muy capaz de aconsejar contención en la forma y en el fondo. Los exabruptos añaden pocas razones a las cosas que  no son razonables. Y terminan por cercenar aquellas pocas que se podrían compartir.

Sin embargo en la última entrada del  blog del señor Bronchú hay dos cosas que me irritan profundamente . Una de ellas es el desdén con que trata a los militantes y electores socialistas. La otra es el desdén con el que trata la ortografía. Como se puede leer dice (sic)  

" algo que dicho negro sobre blanco, parece preocupar a las ordas socialistas que no quieren ni oír hablar del agujero económico que podría suponer la gestión de Martínez, el gerente contratado y el propio alcalde con asesores incluídos al frente de la empresa pública Nemasa "

Tratar ( o intentar tratar)  a los socialistas de  "comunidad de salvajes nómadas" o "grupo de gente que obra sin disciplina y con violencia" parece una afrenta injusta y desproporcionada. Sólo comparable a esa ausencia de la h cuando se trata de escribir "horda"