Hoy (¡y esto vale vale para cualquier día del mes
de mayo y la primera quincena de junio) la famosa prima ha alcanzado los
niveles que provocaron el “rescate en
otros países". Sin embargo los países rescatados que no tenían,
ni por asomo, una economía de las
dimensiones de la española. Alguien ha
dicho gráficamente que es fácil meter en el quirófano a Portugal pero no es tan
fácil operar a España. Básicamente porque no cabe en la camilla.
De otra parte, la experiencia acumulada por lo
hecho en Irlanda, Portugal y, sobre todo, en Grecia aconseja evaluar de forma
adecuada las consecuencias políticas, económicas y sociales que conlleva la
orgía de recortes presupuestarios y la desregulación.
En estos días
hemos podido constatar atónitos cómo Rajoy está sobrepasado por los
acontecimientos. La normalización de Bankia se ha arrostrado antes de la
reforma del sistema financiero. Todo lo
intentado ha fallado escandalosamente dejando al ministro de economía en una
mera caricatura y al gobierno
al borde del precipicio. Dispuesto, además, a dar
un paso adelante. Las pretendidas reformas estructurales del "gobierno más reformista de la democracia", a decir de su vicepresidenta, componen un cuadro del Bosco. Todas las reformas se resumen en recortes de derechos económicos y sociales . No hay un mejor plan. Quizá porque no haya otro plan. El resultado final no es difícil de vaticinar: Incremento más acelerado en la desigualdad, empobrecimiento, aniquilación de las redes sociales y familiares, exclusión y marginación. Violencia, quizá.
No quiero seguir por el camino de constatar lo evidente. Lo peor de estar al borde del precipicio es el vértigo y esa suerte de adicción al peligro que muestra gente como Montoro y de Guindos y el ultraliberalismo simple y rampante de un talibán como Wert. Es poco probable que el gobierno cambie y quizá sea tarde para cambiar al gobierno. Pero es imprescindible acabar con la marginación económica y política del país en esta Europa. Se precisa hace algo distinto y que no sea completamente descabellado. ¡Que la Unión rescate el sistema financiero español!
No es un bocado agradable. Todos sabemos que no es gratis. Las contraprestaciones serán dolorosas -pero no mucho más dolorosas que las que perpetra el gobierno Rajoy- e impuestas desde fuera. Sin embargo, a estas alturas del partido nos debería preocupar más la eficacia y nada el falso orgullo nacional- gregario.
¿Qué supondría el rescate? Opino que, inmediatamente, varias cosas. Algunas deseables, otras obligadas y otras francamente lamentables.
1.- La ocupación de facto del Banco de España por parte de funcionarios europeos, dispuestos imponer un plan creíble de capitalización de todos los bancos necesitados. Bankia sería uno más y no el sumidero en que se ha convertido.
2.- Hay que confiar que del discurso lógico de los "interventores" se derivaría un aplazamiento en el tiempo de los objetivos de déficit público que se ha impuesto al gobierno desde Europa. No hacen falta dotes adivinatorias para saber que el objetivo que se fija para este año y el que viene se incumplirán; sea por parte de los gastos o más probablemente por parte de la minoración de ingresos que conlleva la atonía económica.
3.- Cambios en la política fiscal que animara aunque fuera mínimamente el consumo. Una medida posible es la reducción del IRPF (anular la última reforma), la modificación profunda en la financiación autonómica e, inmediatamente, la elevación del IVA en varios puntos así como el replanteamiento del IVA reducido y superreducido. Además el gobierno se vería obligado a olvidar recuperación de la desgravación por compra de vivienda.
4.- La devolución de la abultada deuda, en tanto no despega la actividad económica, se haría previsiblemente a costa de la privatización de empresas . Y de la privatización o precarización de servicios públicos. Los "visitantes" terminarían por convencernos de que "dura vita sed vita"; estas cosas siempre adquieren empaque con un pretendido aforismo latino. Cuando los activos inmobiliarios que se acumulan en los almacenes bancarios pudieran empezar a capitalizarse empezaríamos a solucionar el problema.
Pero seamos conscientes de que hay un problema previo a todo esto. la Unión no decide y prima el cordón sanitario que ha impuesto Alemania a los países del sur. Ese cordón que, incomprensiblemente, parece entusiasmar tanto a Rajoy.
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