2 jun 2012

Socorro


Hoy  (¡y esto vale vale para cualquier día del mes de mayo y la primera quincena de junio) la famosa prima ha alcanzado los niveles que provocaron el  “rescate en otros países". Sin embargo los países  rescatados  que no tenían,  ni por asomo,  una economía de las dimensiones  de la española. Alguien ha dicho gráficamente que es fácil meter en el quirófano a Portugal pero no es tan fácil operar a España. Básicamente porque no cabe en la camilla.
 De otra parte, la experiencia acumulada por lo hecho en Irlanda, Portugal y, sobre todo, en Grecia aconseja evaluar de forma adecuada las consecuencias políticas, económicas y sociales que conlleva la orgía de recortes presupuestarios y la desregulación.
En estos días hemos podido constatar atónitos cómo Rajoy está sobrepasado por los acontecimientos. La normalización de Bankia se ha arrostrado antes de la reforma del  sistema financiero. Todo lo intentado ha fallado escandalosamente dejando al ministro de economía en una mera caricatura  y al gobierno al borde del precipicio. Dispuesto, además,  a dar un paso adelante. 
Las pretendidas  reformas estructurales  del "gobierno más reformista de la democracia", a decir de su vicepresidenta, componen un cuadro del Bosco. Todas las reformas se resumen en recortes de derechos económicos y sociales . No hay un mejor plan. Quizá porque no haya otro plan. El resultado final  no es difícil de vaticinar: Incremento más acelerado en la desigualdad,  empobrecimiento, aniquilación de las redes sociales y familiares, exclusión y marginación. Violencia, quizá.
No quiero seguir por el camino de constatar lo evidente. Lo peor de estar al borde del precipicio es el vértigo y esa suerte de adicción al peligro que muestra gente como Montoro y de Guindos y el ultraliberalismo  simple y rampante de un talibán como Wert. Es poco probable que el gobierno cambie y quizá sea tarde para cambiar al gobierno. Pero es imprescindible acabar con la marginación económica y política del país en esta Europa. Se precisa hace algo distinto y que no sea completamente descabellado.  ¡Que la Unión  rescate el sistema financiero español!
 No es un bocado agradable. Todos sabemos que no es gratis. Las contraprestaciones serán dolorosas -pero no mucho más dolorosas que las que perpetra el gobierno Rajoy- e impuestas desde fuera. Sin embargo, a estas alturas del partido nos debería preocupar más la eficacia y nada  el falso orgullo nacional- gregario.
¿Qué supondría el rescate? Opino que, inmediatamente,  varias cosas. Algunas deseables, otras obligadas y otras francamente lamentables.
1.- La  ocupación  de facto  del Banco de España por parte de  funcionarios europeos, dispuestos  imponer  un plan creíble de capitalización de todos los bancos necesitados. Bankia sería uno más y no el  sumidero en que se ha convertido.
2.- Hay que confiar que del discurso lógico de los "interventores" se derivaría un  aplazamiento en el tiempo de los objetivos de déficit público  que se ha impuesto al gobierno desde Europa. No hacen falta dotes adivinatorias para saber que el objetivo que se fija para este año y el que viene  se incumplirán; sea por parte de los gastos o más probablemente por parte de la minoración de ingresos que conlleva la atonía económica.
3.- Cambios en la política fiscal que animara aunque  fuera mínimamente el consumo. Una medida posible es la reducción del IRPF (anular la última reforma),  la  modificación profunda en la financiación autonómica e, inmediatamente, la elevación del IVA en varios puntos así como el replanteamiento del IVA reducido y superreducido. Además el gobierno se vería obligado a olvidar recuperación de  la desgravación por compra de vivienda.
4.- La devolución de la abultada  deuda, en tanto no despega la actividad económica, se haría previsiblemente a costa de la privatización  de empresas . Y de la privatización o precarización de  servicios públicos. Los "visitantes" terminarían por convencernos de que "dura vita sed vita"; estas cosas siempre adquieren empaque con un pretendido aforismo latino.  Cuando los activos inmobiliarios que se acumulan en los almacenes bancarios  pudieran empezar a capitalizarse empezaríamos a solucionar el problema.
 Pero seamos conscientes de que hay un problema previo a todo esto. la Unión no decide  y prima  el cordón sanitario que ha impuesto Alemania a los países del sur. Ese cordón que, incomprensiblemente,  parece entusiasmar tanto a Rajoy.

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