¿Es posible que haya de nuevo una banca pública en este país? Lentamente quizá,
pero cada día crece el número de
quienes creemos en la necesidad de (re)crear la banca pública en España. Si se unen
los que no ven otra alternativa aunque no les guste la idea, el número total
parece abrumador.
Es lógico que la
banca privada se moleste con la idea, al fin se trata de un potente competidor con el sector al que es difícil de torcer el
brazo. Incluso es posible que moleste a la Unión Europea actual gobernada por
los defensores ultramontanos del libre mercado y de su famosa mano invisible (¡y tonta, añado!). Es lógico.
Pero hacer política útil es algo más que
representar , es esencialmente
resolver problemas sin costes imposibles para quien no puede
arrostrarlos.
La futura banca
pública debe tener en cuenta las funciones ( residuales) del Banco de España y
estar basada material y estratégicamente
en los bancos intervenidos y nacionalizados, esencialmente Bankia . Su
recreación responderá a cuatro principios esenciales
a)
Legalidad. No parece haber ningún
impedimento legal , ya sea doméstico o europeo,
que impida la creación de una banca
pública siempre que se salvaguarde la libre concurrencia y la libre
competencia.
b)
Legitimidad. Evidentemente la banca
pública es antes que nada un banco o un
conjunto de bancos dedicados al
negocio bancario clásico. Debe ser solvente y tener beneficios. Sin embargo a
la hora de cuadrar la cuenta de resultados debe contarse con los beneficios
sociales, tangibles e intangibles. Lo que no es óbice para que debiera dejar en
manos de la banca privada el ámbito de la administración de valores y el negocio
de la banca industrial.
c)
Gradualidad. La implantación debe
hacerse de forma progresiva, llevando a cabo las nacionalizaciones
imprescindibles, renunciando a las innecesarias y demagógicas. La gradualidad
permite asumir funciones y servicios de manera segura y eficaz. Al tiempo se
permite a la banca privada acomodarse a la nueva situación.
d)
Eficiencia. En su ámbito la banca
pública debe ser tan eficaz como pudiera
serlo la mejor banca privada. La eficiencia
requiere de recursos humanos y materiales ajustado. Los bancos
nacionalizados aseguran una implantación rápida y completa de la red de
oficinas; incluso pudiera resultar excesiva.
¿Cómo dotar de recursos y
financiar la banca pública?
El Estado es un gran pagador. Renuente, engorroso quizá; es
más, una de las formas de autofinanciación estatal el retraso en los pagos. Pero es un pagador
seguro.
Las empresas y, en particular las pequeñas y medianas, deben
sobrevivir a la competencia leal y
desleal y, además, a alta morosidad
pública y privada. Todo ello se combina con las dificultades de financiación
derivadas de los problemas sistema
financiero español se convierten en un paisaje próximo a lo desolador. Esta
dinámica tóxica se retroalimenta y termina por ahogar a muchas empresas
provocando su quiebra o, en el mejor de los casos el despido de buena parte de
su plantilla. Todo ello genera paro y, por consiguiente un coste mayor.
La banca pública hay que dotarla de recursos, financiarla.
Con Bankia, su metástasis , las
nacionalizaciones correspondientes y el Banco de España no hace falta inventar
nada nuevo.
Pero eso para otro día
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